En las líneas que siguen me propongo examinar el concepto de democracia en algunos libros de Sartori. Para ello voy a trabajar cronológicamente. Comenzaré por el texto ¿Qué es la democracia? (1987) y seguiré con Elementos de teoría política (1992), La democracia después del comunismo (1993), La sociedad multiétnica (2001) y La democracia en 30 lecciones (2008). Comencemos, pues, a revisar las ideas sobre el concepto de democracia del gran politólogo italiano a partir de finales de la década de los años 80 y hasta el final de su vida. Recordemos que la trayectoria vital del florentino fue dilatada (1924-2017), falleciendo a los 93 años en su ciudad natal. En este ensayo no revisaremos los primeros conceptos de democracia que trabajó Sartori a partir de 1957, que podría ser muy interesante también, pero en esta oportunidad nos centraremos en los conceptos de su madurez, cuando ya su maestría estaba fuera de toda sospecha.

la dicotomía Igualdad-Libertad no se le escapa de la mesa de disección. Es obvio de que se trata de un dilema central para la democracia y el pensamiento político de cualquier naturaleza.

En ¿Qué es la democracia? Sartori distingue entre una definición prescriptiva y otra descriptiva de democracia. Naturalmente, la prescriptiva es lo que debería ser la democracia, su deber ser, y la descriptiva es lo que es, su realidad. La distinción es fundamental ya que nuestro autor se decanta por la inclusión de ambos sesgos en la definición de democracia. Glosándolo, podemos señalar que sin el elemento prescriptivo no sabemos hacia dónde va la democracia, cuáles son sus objetivos; y si no describimos su situación, tampoco sabemos en dónde está en relación con su deber ser.

Luego, ya más adentrado en la selva, Sartori dedica muchas páginas al tema de la distinción entre el Liberalismo y la Democracia (tema que le fue cercano a otro gran politólogo italiano: Norberto Bobbio). Por supuesto, la dicotomía Igualdad-Libertad no se le escapa de la mesa de disección. Es obvio de que se trata de un dilema central para la democracia y el pensamiento político de cualquier naturaleza. Pero no fue en este trabajo dónde hallamos la más clara definición, sino en el siguiente.

«Democracia es el procedimiento y/o el mecanismo que a) genera una poliarquía abierta cuya competición en el mercado electoral; b) atribuye poder al pueblo, e c) impone específicamente la capacidad de respuesta (responsiveness) de los elegidos frente a los electores.» (Sartori, 1992:43)

En su libro Elementos de teoría política podemos advertir que muchas de sus páginas son idénticas a las de ¿Qué es la democracia? y no es de extrañarnos, ya que el propio Sartori ha dicho que sus libros están modelados para la enseñanza, tarea a la que se dedicó durante muchos años, y trabajaba por módulos donde alcanzaba conclusiones, que una vez establecidas, se repetían, evidentemente. No obstante lo dicho, en este libro hay una definición escueta y precisa, que a su vez es tomada de su estudio La teoría de la democracia. Afirma: «Democracia es el procedimiento y/o el mecanismo que a) genera una poliarquía abierta cuya competición en el mercado electoral; b) atribuye poder al pueblo, e c) impone específicamente la capacidad de respuesta (responsiveness) de los elegidos frente a los electores.» (Sartori, 1992:43). Recordemos que utiliza el término según Robert Dahl (1915-2014) en su célebre libro de 1971: Poliarquía. Es decir, «gobierno de muchos a la vez», utilizado por Dahl para designar a las democracias occidentales. Conviene leerla sin las letras que Sartori le intercaló: «Democracia es el procedimiento y/o el mecanismo que genera una poliarquía abierta cuya competición en el mercado electoral atribuye poder al pueblo, e impone específicamente la capacidad de respuesta de los elegidos frente a los electores.» Es una definición muy clara, que sirve de punto de partida para las complejidades de la democracia, que son muchas.

Una de estas complejidades la trabaja en La democracia después del comunismo, colocando el dedo en una de las llagas. Afirma: «¿Cómo es que la democracia en bancarrota es tan frecuente -ha devastado toda América Latina- y cómo es que el ‘riesgo de déficit’ también afecta endémicamente a las democracias consolidadas? Las razones son numerosas. Pero la primera, la razón fundamental, es que hoy en día el Estado democrático carece estructuralmente de idoneidad para frenar el gasto.» (Sartori, 1993: 103). Unos pocos párrafos más adelante, Sartori halla al responsable de esta situación. Señala: «El dique que ha mantenido en equilibrio los presupuestos del Estado casi hasta la mitad de nuestro siglo ha sido la palabra ‘balance’ (¡el poder de las palabras!), se traduce en la idea de que un balance debía equilibrarse, debía mantenerse en equilibrio. Pero este dique se ha roto con Keynes. No es que Keynes recomiende sic et simpliciter el ‘desequilibrio’ del presupuesto. Pero los políticos son grandes simplificadores que adoptan lo que más les conviene. Y para ellos Keynes autoriza el endeudamiento y el gasto sin cobertura.» (Sartori, 1993: 105-106).

…no son pocas las democracias parlamentarias europeas donde el control del gasto es preciso, y el parlamento le deja poca cuerda al poder ejecutivo para endeudarse a placer.

En verdad, lo que apunta Sartori tiene madera, ya que la democracia fuera del balance, del equilibrio, ha conducido muchas veces a unos endeudamientos considerables, que han comprometido severamente el funcionamiento de la sociedad en general, y a que buena parte de los ciudadanos culpen a la democracia de sus penurias económicas. No obstante: ¿Es una falencia de la democracia o de su ejercicio populista? Pareciera más lo segundo, ya que no son pocas las democracias parlamentarias europeas donde el control del gasto es preciso, y el parlamento le deja poca cuerda al poder ejecutivo para endeudarse a placer. Por otro lado, también cabe preguntarse: ¿Las dictaduras militares están al margen de este influjo keynesiano? Pues no, y bastante que sucumbieron a él; de modo que el asunto que apunta Sartori podría anidar más en el ejercicio del gobierno que en la naturaleza del sistema político. Sin embargo, el señalamiento no deja de ser importante.

…el Pluralismo es un concepto democrático, con orígenes en la tolerancia democrática, mientras el multiculturalismo es de origen marxista, nacido «de neomarxistas ingleses…» (Sartori, 2001: 64)

La sociedad multiétnica es un libro luminoso donde Sartori distingue entre pluralismo y multiculturalismo, y precisa el origen de un concepto y de otro, así como sus diferencias. Estos conceptos, obviamente, son de gran importancia para la democracia actual. Sartori parte lanzas desde el principio: «Pluralismo y multiculturalismo son concepciones antitéticas que se niegan la una a la otra.» (Sartori, 2001: 8). Más adelante apunta el politólogo que el Pluralismo es un concepto democrático, con orígenes en la tolerancia democrática, mientras el multiculturalismo es de origen marxista, nacido «de neomarxistas ingleses, a su vez fuertemente influenciados por Foucault; y se afirma en los colleges, en las universidades, con la introducción de ‘estudios culturales’ cuyo enfoque se centra en la hegemonía y en la ‘dominación’ de una cultura sobre otras.» (Sartori, 2001: 64). No olvidemos que el libro parte del concepto de Sociedad Abierta establecido por Karl Popper en su clásico La sociedad abierta y sus enemigos. Y discutiendo con las ideas de Popper es que Sartori llega a formularse unas preguntas de dramática pertinencia, que de seguidas comentamos.

…hemos visto cómo la izquierda pre-moderna ha accedido al poder por la vía democrática para luego ir minando sus principios fundamentales, como es el caso de la reelección indefinida en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

Inquiere: «¿Hasta qué punto una tolerancia pluralista debe ceder no sólo ante ‘extranjeros culturales’ sino también a abiertos y agresivos ‘enemigos culturales’?» (Sartori, 2001: 53-54). Sobre este particular está pensando en el islamismo teocrático, que al llegar a las democracias occidentales, profesa unas creencias diametralmente opuestas a las de los países que los reciben. Y de seguidas se pregunta: ¿Puede aceptar el pluralismo, llegar a aceptar su propia quiebra, la ruptura de la comunidad pluralista?» (Sartori, 2001:54). De nuevo está pensando en Europa y el cortocircuito entre los receptores de inmigrantes, constructores de sociedades pluralistas, y los inmigrantes cuya maleta cultural niega el pluralismo. Se nos puede decir, es un tema europeo, pero cuidado porque de inmediato el propio Sartori refiere un asunto que sí toca el corazón de América Latina. Afirma: «Es una pregunta similar a la que en teoría de la democracia se formula así: ¿debe permitir una democracia su propia destrucción democrática? Es decir, ¿debe permitir que sus ciudadanos elijan a un dictador?» (Sartori, 2001: 54). Pues Sartori cree que no, cree que «el contraciudadano es inaceptable.» (Sartori, 2001: 55). Como vemos, toma partido en un punto sensible que está sobre la mesa diaria de europeos (por la vía de los inmigrantes que no quieren incorporarse a la sociedad que los recibe), y de latinoamericanos, que hemos visto cómo la izquierda pre-moderna ha accedido al poder por la vía democrática para luego ir minando sus principios fundamentales, como es el caso de la reelección indefinida en Venezuela, Bolivia y Ecuador. En este último, felizmente reparado el entuerto recientemente por la vía referendaria.

Sobre el tema del pluralismo y el multiculturalismo, siempre en el epicentro de la reflexión sartoriana en este libro, vuelve a apuntar: «La ciudadanía concedida a inmigrantes inintegrables no lleva a integración sino a desintegración.» (Sartori, 2001: 114). Celebramos la valentía con que el florentino aborda estos temas tan espinosos, que tienen tantas aristas, pero que les recuerdo fueron abordados en 2001, cuando la tragedia de los refugiados por la guerra de Siria en Europa no estaba sobre la mesa. Sartori estaba con el tema de los inmigrantes islámicos sobre el escritorio, no con el de los refugiados, que tiene otros matices.

«El pluralismo se manifiesta como una sociedad abierta muy enriquecida por pertenencias múltiples, mientras que el multiculturalismo significa el desmembramiento de la comunidad pluralista en subgrupos de comunidades cerradas y homogéneas.» (Sartori, 2001:127)

Sartori procede como si estuviera cribando, decantando conceptos, y ya al final llega a distinciones sumamente diáfanas sobre las diferencias entre pluralismo y multiculturalismo, constructos muy caros para comprender la democracia de nuestros tiempos. Señala: «El pluralismo se manifiesta como una sociedad abierta muy enriquecida por pertenencias múltiples, mientras que el multiculturalismo significa el desmembramiento de la comunidad pluralista en subgrupos de comunidades cerradas y homogéneas.» (Sartori, 2001:127). En otras palabras, sin duda profanas, el multiculturalismo tiene en jaque a un valor esencial de la democracia: el pluralismo, ya que lejos de proceder como él, tolerando e integrando, no tiene interés en integrar y mucho menos en tolerar. No reúne, separa; no junta, rompe. El multiculturalismo es la negación del pluralismo, no su continuación, sostiene Sartori. Hasta aquí este tema central. Veamos ahora el último libro aludido al comienzo.

La democracia en 30 lecciones es fruto de un desafío que el profesor aceptó temeroso. Sartori fue invitado por la RAI (Radio Televisión Pública de Italia) a explicar en 4 minutos 30 temas. Por supuesto, todo esfuerzo de síntesis supone unos niveles de conocimientos y destrezas superiores, con los que contaba Sartori de sobra. El resultado es este libro, donde su autor aclara que en algunos casos el texto fue más allá de lo dicho en televisión, ya que él los trabajó después para su publicación. No obstante, el espíritu sintético está allí, con toda su gracia y luz.

…nuestro autor ha distinguido entre la democracia directa que se practicó en las diminutas ciudades-estado griegas y la democracia de nuestro tiempo, forzosamente constreñida por la demografía, que la conduce a la representación

Primera aclaratoria de gran importancia: «Nuestras democracias son, en realidad, democracias liberales, y la democracia que practicamos es la democracia liberal. Que es una democracia representativa también en el sentido de que no es una democracia ‘inmediata’, sino, por el contrario, completamente entretejida de mediaciones.» (Sartori, 2008: 61). Antes, nuestro autor ha distinguido entre la democracia directa que se practicó en las diminutas ciudades-estado griegas y la democracia de nuestro tiempo, forzosamente constreñida por la demografía, que la conduce a la representación. Más adelante, Sartori especifica aún más qué es la democracia liberal: «la democracia liberal es en primer lugar demoprotección, la protección del pueblo contra la tiranía; y, sucesivamente, en segundo lugar, es demopoder, la atribución al pueblo de cuotas, incluso de cuotas crecientes, de ejercicio efectivo del poder.» (Sartori, 2008:110).

Luego, en la lección 22 se pregunta acerca de si es posible exportar la democracia, y responde que sí, pero no siempre. Dos ejemplos lo auxilian: India y Japón. En ambas naciones impera la democracia y no formaba parte de sus tradiciones políticas. En India la impusieron los ingleses y su régimen parlamentario, en Japón los norteamericanos, después de la Segunda Guerra Mundial. Páginas después trabaja el dueto entre economía de mercado y democracia, y afirma: «Está sobradamente demostrado que una democracia sin un sistema de mercado es poco vital. Pero lo contrario no es cierto. Una economía de mercado puede existir y florecer sin democracia, o con anterioridad a la democracia: véase Singapur, Taiwán, Corea del Sur y China.» (Sartori, 2008: 125).

«…¿La democracia está en peligro? Me temo que tengo que responder que, a largo plazo, sí. «

En la última lección, la 30, se pregunta sobre el futuro de la democracia. Afirma: «¿La democracia está en peligro? Me temo que tengo que responder que, a largo plazo, sí. La democracia es una ‘gran generosidad’, porque para la gestión y la creación de la buena ciudad confía en sus ciudadanos. Pero los estudios sobre la opinión pública ponen en evidencia que esos ciudadanos lo son poco, dado que a menudo carecen de interés, que ni siquiera van a votar, que no están mínimamente informados. Por tanto, decir que la democracia es una gran generosidad subraya que la democracia siempre está potencialmente en peligro.» (Sartori, 2008: 143).

…las propias fortalezas de la democracia son sus debilidades, de allí que hablé de la generosidad, que supone una reciprocidad que no siempre llega.

Al final de este sucinto repaso, arriesguemos unas pocas observaciones. La primera, cuando Sartori habla de democracia se refiere a la democracia liberal, no a la directa, que quedó en el ensayo griego, de ínfimas dimensiones. De modo que el énfasis está en la ruta de la representación, con todas sus dificultades. La segunda, para nuestro autor el multiculturalismo es una amenaza severa de uno de los principios axiales de la democracia: el pluralismo. La tercera, las propias fortalezas de la democracia son sus debilidades, de allí que hablé de la generosidad, que supone una reciprocidad que no siempre llega. De allí que no exagera quien afirme que la democracia es fuerte y débil a la vez, y que no es fácil fortalecerla sin debilitarla, también. La última, la democracia acompañada de la economía de mercado se robustece y se consolida, pero la economía de mercado no depende de la democracia para vivir, puede prosperar en regímenes autoritarios. Sobran ejemplos.

Hasta aquí estás líneas de revisión de una parte de la obra del gran politólogo italiano. Volveremos siempre sobre las páginas de este maestro contemporáneo.

Bibliografía

SARTORI, Giovanni (1987). ¿Qué es la democracia? México, Editorial
Taurus.
————- (1992). Elementos de teoría política. Madrid, Alianza
Universidad Textos.
———— (1993). La democracia después del comunismo. Madrid, Alianza
Editorial.
———— (2001). La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y
extranjeros. España, Editorial Taurus.
———— (2008). La democracia en 30 lecciones. Bogotá, Editorial
Taurus.

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