Acaba de ser publicado La llamada de la tribu: un excepcional libro de ensayos donde Vargas Llosa pasa revista a los autores que nutrieron su visión liberal del mundo, después de separarse del universo de la izquierda. Este parte aguas comenzó a ocurrir a partir del famoso “Caso Padilla”, cuando el poeta cubano Heberto Padilla fue detenido en La Habana en 1971, después de publicar un poemario crítico del proceso revolucionario de su país, Fuera de juego, y se concitó una reacción de indignación en el universo de la propia izquierda mundial en defensa de los derechos de Padilla. Para el autor de La casa verde, esta fue la gota que derramó el vaso y el inicio de su ruptura con el totalitarismo cubano y soviético, así como su revisión crítica de lo que hasta entonces creía desde la órbita marxista.

En la introducción de la obra, el autor refiere la importancia que tuvo para su inmersión en el liberalismo el haber vivido en Londres durante buena parte del período en que gobernó Margaret Thatcher (entre 1979 y 1990) y, entre otras aclaratorias pertinentes, señala que una cosa es el liberalismo y otra el conservadurismo. Con este último, naturalmente, un hombre como Vargas Llosa, imantado por pulsiones eróticas profundas, no puede congeniar de ninguna manera. Por supuesto, no niega los vínculos que hay entre uno y otro, así como tampoco niega algunos puentes que hay entre el liberalismo y la socialdemocracia. Veamos ensayo por ensayo de este libro hipnotizante.

Comienza con Adam Smith (1723-1790) y La riqueza de las naciones (1776), sin duda, piedra angular del liberalismo económico, pero no olvida la Teoría de los sentimientos morales (1759), un libro anterior que también es de indispensable lectura si se quiere comprender a Smith. De hecho, nos recuerda Vargas Llosa que este libro fue el preferido de su autor, que se habría sorprendido al constatar que el que ha perdurado y ha incidido en el mundo de las ideas es el otro. En verdad, La riqueza de las naciones es un libro sin parangón. Muy pocos cuerpos de ideas, basados en observaciones de la realidad que llevan a verdaderos descubrimientos, han incidido de tal manera en el curso de la historia como este libro. El texto es un resumen precioso de los aportes de Smith. Redondo, entusiasmante, preciso, con la economía de libre mercado como epicentro.

El ensayo dedicado a José Ortega y Gasset (1883-1955) es de menor poder, no solo porque la importancia de este filósofo español es secundaria en comparación con todos los otros pensadores trabajados en el libro, sino porque Vargas entra, necesariamente, en el terreno de la comprensión condescendiente. En verdad, Ortega y Gasset no dejó una obra orgánica sino unos libros que fueron, en su mayoría, recopilaciones de ensayos muy bien escritos y argumentados, pero que también dejaban traslucir ciertas lagunas en sus lecturas. En todo caso, para alguien como quien escribe, que ha leído muy poco a Ortega, es un muy buen ensayo introductorio a su obra.

Con el texto sobre Friedrich von Hayek (1899-1992) no puedo estar más de acuerdo. Don Mario reconoce, celebra y discierne sobre los extraordinarios aportes de Hayek para la comprensión de los fracasos del socialismo y las virtudes de la libertad, pero también señala que la lectura de su obra no es fácil. Da una explicación: Hayek se empeñó en escribirla en inglés, una lengua que no era la suya y que, obviamente, no dominaba a plenitud; de allí el resultado: valiosísimos aportes que con frecuencia son difíciles de leer. Con razón le atribuye a La fatal arrogancia (1989) un sitio estelar entre los libros de pensamiento del siglo XX, suerte de continuidad de Camino de servidumbre (1944), publicado 45 años antes.

El ensayo sobre Karl Popper (1902-1944) es el más largo del libro. Hay razones: Vargas Llosa lo considera el más importante de los pensadores del siglo XX, y la verdad es que La sociedad abierta y sus enemigos (1945) es un libro central, un hito, un texto que desmonta toda la operación historicista que nutre tanto a la derecha fascista como a la izquierda comunista, y le abre un nuevo horizonte a los amantes de la libertad. Por cierto, publicado gracias a las diligencias y el empeño de Hayek, quien estimaba sobremanera a su paisano Popper y se lo llevó a enseñar en el London School of economics, trayéndoselo de una universidad en Nueva Zelanda. Es mucho lo que le debe Popper a Hayek en lo personal, sin la menor duda, y así lo reconoció Popper muchas veces, al igual que su deuda con su gran amigo Ernst Gombrich, el gran historiador del arte también austríaco.

«Popper fue víctima de este grave error. El menosprecio de la forma expresiva…Pero, no hay duda, este pensamiento se vio afectado por esa subestimación de la naturaleza de las palabras, por el temerario supuesto de que se las puede usar como si ellas no tuvieran importancia»

Por otra parte, la admiración de Vargas no lo deja exánime ante el personaje y le formula críticas. Afirma: “Popper fue víctima de este grave error. El menosprecio de la forma expresiva. Es verdad, su creencia que el lenguaje no puede ser un fin en sí mismo, ni siquiera una preocupación hegemónica, sin que se produzca una distorsión profunda en el contenido de una ciencia, algo que es razonable no identificar absolutamente con el lenguaje en que ella se expresa, no puede ser más atinada…Pero, no hay duda, este pensamiento se vio afectado por esa subestimación de la naturaleza de las palabras, por el temerario supuesto de que se las puede usar como si ellas no tuvieran importancia: “ (Vargas Llosa, 2018:193-194).

La verdad es que no creemos que Popper creyera que las palabras no tenían importancia. De hecho, su obra está correctamente escrita e, incluso, tiene una fuerza en el decir que puede provenir de ese desparpajo que Vargas señala. No obstante, entendemos el reparo, ya que proviene de un escritor que, naturalmente, sentir que quien escribe no considera a las palabras un objeto principal debe causarle escozor. Pero el punto es neurálgico, ya que lo que está señalando Popper está dirigido a autores como Roland Barthes, que llevaron el tema del valor de las palabras a un absoluto, como si ellas sólo fueran el núcleo, cosa que un filósofo como Popper no puede aceptar. En cuanto a la escritura de Popper no coincidimos con Vargas Llosa: escribe claro y preciso, se comprende, no se pierde, se enfoca en lo que ausculta.

En este ensayo sobre Popper, Vargas Llosa se da licencia para reflexionar en voz alta sobre autores distintos al que estudia, y aprovecha para ajustar cuentas con Barthes y Michel Foucault con muy buenos argumentos, cosa que también va a hacer con Sartre en el ensayo sobre Raymond Aron. Esta veta de polemista es de las mejores del libro. La izquierda francesa recibe lo suyo, así como la alquimia parisina para hacer de grandes intelectuales personajes mediáticos que compiten con la farándula, algo que por cierto le viene pasando al propio Vargas Llosa desde que se casó con Isabel Preisler y ocupa con frecuencia la portada de la revista Hola, la publicación más frívola y vendida de España.

En la lista sigue Raymond Aron (1905-1983), a quien Vargas Llosa respeta por su obra y, además, lo considera especialmente por haber vivido en un ambiente intelectual donde la figura de un marxista imperaba a sus anchas: Jean Paul Sartre. De paso, nuestro autor ajusta cuentas con el autor de El ser y la nada y afirma: “¿De qué le sirvió la fulgurante inteligencia si, al regreso de su gira por la URSS a mediados de los años cincuenta, en el pero período del Gulag, llegó a afirmar: ‘He comprobado que en la Unión Soviética la libertad crítica es total.’ En su polémica con Camus hizo algo peor que negar la existencia de los campos de concentración estalinistas para reales o supuestos disidentes: los justificó en nombre de la sociedad sin clases que estaba construyéndose.” (Vargas Llosa, 2018:227-228). En la acera de enfrente de estos horrores sartreanos estaba el discreto Aron. Sin el respaldo mediático abrumador de la izquierda francesa, con su solo talento y nadando a contracorriente, tejiendo una obra sensata y ecuánime en un país que con frecuencia se deja dominar por las más encendidas pasiones, en la misma medida en que es nido propicio del mayor racionalismo.

Sir Isaiah Berlin (1909-1997) es el próximo autor que relevó a Vargas de las “miserias del historicismo” y le abrió las puertas del universo liberal. Junto con el ensayo de Popper es el más completo del libro. No es casual, tanto uno como otro son autores de obras de gran calado. La de Berlin, por cierto, tejida casi sin proponérselo, con base en ensayos, conferencias, seminarios y, también, libros orgánicos que se sentó a escribir. La personalidad de Berlin aclara este proceder: era un conversador, mundano, que se movía como pez en el agua en la vida social y era feliz con su vida de profesor en Oxford, donde transcurrió casi toda su trayectoria profesional.

La extraordinaria obra que leemos hoy con placer es fruto, en gran medida, del trabajo de uno de sus alumnos: Henry Hardy, quien dedicó años a recopilarla y a salvarla de la dispersión hemerográfica, perida entre apuntes y papeles. De modo que Berlin no sería Berlin sin Hardy. Otro de sus alumnos, Michael Ignatieff, escribió su biografía Isaiah Berlin, su vida, una investigación escrita con la soltura de este doctor en Historia, canadiense, entrenado para comunicarse con los otros con claridad y pertinencia, al igual que lo hace en sus programas de televisión.

Afirma el autor de La tía Julia y el escribidor, refiriéndose al profesor británico de origen letón y judío: “Además de sabio y modesto, fue un gran liberal. Esto, claro, nos enorgullece a quienes creemos que la doctrina liberal es el símbolo de la cultura democrática –la de la tolerancia, el pluralismo, los derechos humanos, la soberanía individual y la legalidad-, el buque insignia de la civilización.” (Vargas Llosa, 2018: 275). Como vemos, al retratar se retrata. Estos son los valores del escritor de hoy, después de casi 50 años de haber iniciado el camino de lecturas liberales que le cambiaron la visión del mundo.

«…El derrumbe de las grandes utopías políticas vivido por nuestro siglo es una de las causas del actual retorno a la búsqueda de la sabiduría personal»

El último en el orden cronológico que le da estructura al libro es Jean Francois Revel (1924-2006), el filósofo francés que se dedicó al periodismo y que dejó una obra de gran resonancia. La tentación totalitaria (1976) y Cómo terminan las democracias (1983) son dos libros muy leídos y celebrados de Revel. Hay otro de sus últimos años que no es propiamente un libro suyo, me refiero a El monje y el filósofo (1998), un volumen donde se recogen las conversaciones entre Revel y su hijo, el monje budista Matthieu Ricard, que es una verdadera joya para el espíritu y la inteligencia. Quien pregunta es el padre, aunque a veces el hijo repregunta también. En las conclusiones Revel afirma: “Para mí, y esto es algo que ya he alegado varias veces en las conversaciones precedentes, el derrumbe de las grandes utopías políticas vivido por nuestro siglo es una de las causas del actual retorno a la búsqueda de la sabiduría personal.” (Revel, 1998:321).

Además, Revel tiene una resonancia adicional para los venezolanos: es el autor del prólogo de Del buen salvaje al buen revolucionario (1976) de Carlos Rangel; un libro hito en la literatura liberal de América Latina que lamentamos que Vargas Llosa no haya comentado. Allí señala Revel: “El presente libro es el primer ensayo contemporáneo sobre la civilización latinoamericana que aporta una interpretación verdaderamente nueva y probablemente exacta.” (Rangel, 1976: 11). Ciertamente, es un libro capital para entender a Latinoamérica, y es extraño que no haya sido de los textos que incidieron en su reconstrucción liberal como para trabajarlo en esta autobiografía intelectual.

» “El liberalismo ha sido el blanco político más vilipendiado y calumniado a lo largo de la historia, primero por el conservadurismo y, luego, del socialismo y el comunismo, los que en la época moderna han presentado al ‘neo-liberalismo’ como la punta de lanza del imperialismo y las formas más despiadadas del colonialismo y el capitalismo.»»

Estos son los siete autores trabajados por este narrador, ensayista, dramaturgo e intelectual en su libro. Volvamos ahora a la introducción y citemos in extenso el último párrafo de ella: “El liberalismo ha sido el blanco político más vilipendiado y calumniado a lo largo de la historia, primero por el conservadurismo –recuérdese las encíclicas papales y los pronunciamientos de la Iglesia católica contra él, que todavía perduran pese a la existencia de tantos creyentes liberales- y, luego, del socialismo y el comunismo, los que en la época moderna han presentado al ‘neo-liberalismo’ como la punta de lanza del imperialismo y las formas más despiadadas del colonialismo y el capitalismo. La verdad histórica desmiente estas denigraciones. La doctrina liberal ha representado desde sus orígenes las formas más avanzadas de la cultura democrática y es la que ha hecho progresar más en las sociedades libres los derechos humanos, la libertad de expresión, los derechos de las minorías sexuales, religiosas y políticas, la defensa del medio ambiente y la participación del ciudadano común y corriente en la vida pública. En otras palabras, lo que más nos ha ido defendiendo de la inextinguible ‘llamada de la tribu’. Este libro quisiera contribuir con un granito de arena a esa indispensable tarea.” (Vargas Llosa, 2018: 29).

Para los demócratas y los liberales, para los socialdemócratas y los democratacristianos este es un libro de obligatoria lectura, para los marxistas que van quedando en sus distintas intensidades, ortodoxias y heterodoxias, es de urgente lectura. No sólo por la importancia del recorrido analítico de su autor, sino por el gran placer que ofrece su lectura. Vargas Llosa es más que un formidable novelista, es un  hombre de ideas, un lector feraz, un intelectual como ha habido pocos en Hispanoamérica.

 

Bibliografía

IGNATIEFF, Michael (1999). Isaiah Berlin. Su vida. España, Editorial Taurus.

RANGEL, Carlos (1976). Del buen salvaje al buen revolucionario. Caracas, Monte Ávila Editores.

REVEL, Jean Francois y Matthieu RICARD (1998). El monje y el filósofo. España, Editorial Urano.

VARGAS LLOSA, Mario (2018). La llamada de la tribu. España,  Alfaguara.

 

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