La trata de personas es un fenómeno mundial que se basa en la captura, transporte y explotación de una persona en contra de su voluntad por un período de tiempo prolongado. Esto se logra al despojar a la víctima de su identidad y su calidad de persona, consiguiendo someterla completamente a su explotador y configurándose una relación de dependencia de la cual no puede escapar. Esta práctica, basada en la explotación forzada de seres humanos, ha existido desde la época clásica, primero percibiéndose como algo común en las sociedades antiguas, donde la compraventa de personas para usos específicos era vista como una actividad ampliamente difundida, para luego ser abolida por los ingleses en el siglo XIX, marcando una tendencia a seguir para el resto del mundo.
O así se pensó… En la actualidad, la trata de personas es la segunda práctica ilícita más lucrativa y extendida del mundo, encontrándose solamente detrás del narcotráfico en cuanto a lucratividad; logrando generar un movimiento de capital anual de más de 150 mil millones de dólares, hallándose en este aspecto por encima de importantes empresas como Microsoft, Samsung y Apple juntas[1]. Todo esto ocurriendo en redes mundiales y con varias modalidades que no se basan solamente en la explotación sexual de mujeres, sino en todo lo que una persona pueda ser útil para ser explotada, pudiendo cualquiera ser víctima de este crimen.
En el caso de Venezuela, este país nunca perteneció al grupo de naciones donde proliferaran las redes de trata, se trataba más bien de una parada transitoria para sus víctimas. Sin embargo, intentar comprender la magnitud de esta problemática, en la actualidad, dentro de las fronteras nacionales se torna muy engorroso y el origen de tal dificultad radica, en un primer momento, en la falta de cifras oficiales sobre los casos en el país y, en segundo lugar, en la falta de acciones estatales para combatirlos.
Es sabido que las formas de gobierno que se inclinan por las prácticas totalitarias y autoritarias se caracterizan por la falta de verdad, se decantan por ocultar cualquier tipo de datos y cifras que puedan poner en riesgo su permanencia en el poder o la imagen que quieren proyectar a la comunidad internacional. Las instituciones venezolanas más importantes no publican cifras o datos desde hace algunos años, y lo que ha sido publicado no es confiable, poniéndose en duda su veracidad.
El fenómeno de la trata de personas no escapa a esta realidad, las últimas cifras oficiales provenientes del Estado venezolano datan del año 2017 siendo publicadas por la Oficina Nacional Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo, reportando la existencia de tan solo 14 casos[2], o víctimas de este fenómeno. Solamente el hecho de que no existan reportes más actualizados deja en evidencia las estrategias utilizadas para ocultar la verdad.
Por tanto, se presume que la realidad es mucho más grave que cualquier cifra reportada oficialmente o por otros medios no gubernamentales, la cual, por la inacción del gobierno y por la propia naturaleza clandestina del problema, nunca podrá ser expuesta totalmente. En un país en estado de crisis humanitaria, la vulnerabilidad de sus ciudadanos los convierte en un blanco fácil para estos grupos, existiendo en Venezuela un índice de riesgo a ser víctima de trata de personas del 57,8% y contando con una población estimada viviendo bajo esclavitud moderna en la actualidad de 174.000 personas[3], viéndose, solo por esta cifra estimada, la enorme brecha entre lo que se dice y lo que se oculta.
Con la crisis migratoria que atraviesa Venezuela en los últimos años se ha podido percibir un aumento exponencial en la vulnerabilidad del venezolano, en especial con las últimas olas migratorias que engloban a una población menos preparada que dejó su tierra sin ningún tipo de planificación. En la forma de trata externa (la que ocurre fuera de las fronteras del país de origen de la víctima), el número de víctimas venezolanas en muchos países de Latinoamérica crece día a día y en el caso de la trata interna (ocurriendo dentro del país de origen), la situación se ha agravado hasta el punto de generar un número importante de víctimas.
Aunado a esto, la poca institucionalidad, la falta de planes destinados al combate de las redes de trata y la incapacidad de los cuerpos de seguridad para dar respuesta a esta problemática han logrado colocar al país, según el Departamento de Estado de Estados Unidos (2019), en el “Tier 3”[4] en cuanto a respuesta institucional contra la trata de personas, siendo esta la categoría más baja e implicando que no se está cumpliendo con los esfuerzos mínimos para responder ante este problema, dejando a las víctimas, tanto internas como externas, sin ningún tipo de apoyo institucional, invisibilizándolas ante el mundo.
Así pues, los regímenes autoritarios se hacen con herramientas que destruyen cualquier vestigio de democracia con la intención de mantener su legitimidad y perpetuarse en el poder, tanto así que un fenómeno tan prevalente en la sociedad como la trata de personas, pasa completamente desapercibido ante la percepción pública. Estos tipos de regímenes son esquivos ante la verdad, teniendo la capacidad de generar suficiente opacidad frente a los problemas graves del país para dejar a los ciudadanos más vulnerables ajenos ante los riesgos a los que se exponen y logrando ejercer mayor control sobre ellos al dejarlos a merced de estas redes que se han apoderado, de manera furtiva, del territorio nacional.
La destrucción de la institucionalidad democrática, los bajos niveles de justicia y seguridad hacen del territorio nacional un nicho importante donde explotar y desarrollar esta forma de crimen organizado. Restringiendo, además, los derechos humanos de las personas a partir de la inacción del Estado ante esta problemática y su ocultamiento por parte de las instituciones; configurándose así una forma de represión indirecta hacia los ciudadanos y siendo este uno de los pilares que contribuye al sostenimiento de un régimen autoritario.
[1] The Human Trafficking Institute. (2018). 2018 Annual Report. Recuperado de: https://www.traffickinginstitute.org/wp-content/uploads/2019/07/HTI-10-AR2018-FNL-WEB.pdf
[2] Exodo, citando a la ONDOFT. (2019). Consulta a organizaciones de la sociedad civil: las mujeres, adolescentes y niñas en el contexto migratorio venezolano: prácticas en la identificación y acompañamiento de víctimas de trata, esclavitud sexual y prostitución forzad. Recuperado de: http://exodo.org.ve/wp-content/uploads/2019/05/Informe-Exodo.pdf
[3] Global Slavery Index (2018). Country Data. Venezuela, Bolivarian Republic of. Recuperado de: https://www.globalslaveryindex.org/2018/data/country-data/venezuela/
[4] Department of State of the United States of America. (2019). Trafficking in persons report June 2019. Recuperado de: https://www.state.gov/wp-content/uploads/2019/06/2019-Trafficking-in-Persons-Report.pdf