Las estadísticas son elocuentes y, sin embargo, no es todo lo frecuente que debería ser, acudir a ellas para el examen de los fenómenos políticos y sociales. Por ejemplo, si nos concentramos en el siglo XX en Hispanoamérica (o América Latina, como es más común decir) y contamos los años en que cada uno de los países ha padecido una dictadura militar, tendremos datos significativos.
«El país que ha padecido por menos tiempo un gobierno militar es Colombia (1953-1957) … ¿Cuál es la sorpresa? Pues que Colombia ha sido el país de Hispanoamérica que durante más años ha padecido una guerra».
El país que durante más años sufrió el militarismo fue Cuba, con 56 años. La dictadura de Gerardo Machado (1925-1933), la de Fulgencio Batista (1952-1959) y la de Fidel Castro (1959-2000), que se extendió hasta 2006, pero ya fuera de los límites temporales del siglo XX. Le sigue Venezuela (¿no es un dato importante?) con 55 años. Los 45 de la hegemonía militar tachirense, y los 10 de los gobiernos de facto de Carlos Delgado Chalbaud, Germán Suárez Flamerich y Marcos Pérez Jiménez. Sigue en la lista Paraguay, con 43 años; Higinio Mortinigio (1940-1948) y Alfredo Stroessner (1954-1989). Nicaragua sufrió 42 años de dictadura de la familia Somoza (1937-1979). Luego Brasil, con 35 años entre las dictaduras de Getulio Vargas (1930-1945) y la de la Junta Militar (1964-1984). Veamos ahora la contraparte, que también trae sorpresas.
El país que ha padecido por menos tiempo un gobierno militar es Colombia (1953-1957), 4 años, seguido de Uruguay, con los 5 años de Aparicio Méndez (1976-1981), seguido por Argentina, con los 7 años de la dictadura militar de Videla (1976-1983). ¿Cuál es la sorpresa? Pues que Colombia ha sido el país de Hispanoamérica que durante más años ha padecido una guerra, y los niveles de violencia más altos y dramáticos del continente. De modo que la ausencia de una dictadura militar no es sinónimo de paz, siempre. Algo similar ocurre en Guatemala, donde los niveles de violencia han sido muy altos y los años de democracia no han sido pocos, aunque ha habido dictaduras militares también, como la terrible de Efraín Ríos Montt (1982-1983).
«No cabe la menor duda de que el proyecto político más abrazado en Hispanoamérica ha sido la democracia, y el mapa militarista del siglo XX está allí para comprobarlo».
No cabe la menor duda de que el proyecto político más abrazado en Hispanoamérica ha sido la democracia, y el mapa militarista del siglo XX está allí para comprobarlo, ya que es la némesis del espíritu liberal que busca la conformación de sistemas democráticos de gobierno. Cabe ahora preguntarse por los 17 años del siglo XXI y la democracia. Evidentemente, a partir del fin de la Guerra Fría (1989-1991), la izquierda en el continente alcanzó el poder por la vía democrática (Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Argentina, Chile) y, en algunos casos, logró vulnerar el principio de alternabilidad que es esencial a la democracia. No son pocos los estados dominados por la izquierda que lograron imponer la reelección inmediata y, luego, algunos impusieron la indefinida y, naturalmente, no hay un país de Hispanoamérica que tenga un régimen parlamentario, donde la reelección es indefinida, pero no afecta la esencia de la democracia.
México es un ejemplo que habría que tomar en cuenta en una redefinición de los períodos presidenciales y la posibilidad de reelección. Allí, la no- reelección es absoluta y el sexenio impera desde hace muchos años. Esto favorece la institucionalización de la vida política, ataca de raíz la enfermedad del caudillismo y despersonaliza el poder. Todos bienes que nos están haciendo mucha falta.