La bandera del federalismo esgrimida por quienes hicieron la guerra para alcanzar el poder, no está claro que fue izada con pleno conocimiento de lo que estaban proponiendo. Lo que sí era evidente es que se trataba de una bandera que enarbolar para tenerla como norte en la procura del poder. Luego, cuando tocó implementar el federalismo en la constitución de 1864, entraron en acción los abogados, los que sí sabían a ciencia cierta de qué se trataba esta nueva forma de organización del Estado. Este abismo entre teóricos y ejecutores estará presente en la historia política venezolana con inusitada frecuencia. Veamos los hechos una vez terminada la Guerra Federal con la firma del Tratado de Coche.
Las primeras medidas de Falcón señalaron a un hombre verdaderamente magnánimo, que le prodigaba un extraordinario trato al vencido. Invitó al general Páez a quedarse en el país, pero ante el deseo del prócer de irse a Nueva York, le dispensó la más delicada de las despedidas, le otorgó viáticos, y ordenó que se le pagara su sueldo de General en Jefe del Ejército en el lugar del mundo en que estuviese. Al general Soublette le otorgó el rango de General en Jefe, por su condición de prócer de la independencia. A los soldados que hubiesen servido en el ejército independentista entre 1816 y 1824 les reconoció el sueldo de su grado militar. Al general José Tadeo Monagas lo sacó del ostracismo y le reconoció sus méritos. Como vemos, el prestigio histórico de magnánimo de Falcón no fue una invención de sus seguidores.
El 12 de agosto expidió Falcón un decreto fundamental: convocó a elecciones de diputados para una Asamblea Constituyente el día 10 de diciembre, mientras el 18 del mismo mes firmaba otro que establecía los parámetros de acción de su gobierno provisional y tomaba la medida, entre otras, de abolir la pena de muerte, cosa que lo enaltece ante la historia. Los meses siguientes comenzó a cundir la anarquía en el país: no se sabía muy bien en qué consistía el federalismo, y cada quien en su comarca lo interpretaba a su manera. Era evidente que durante los años de la Guerra Federal no hubo espacio para hacer pedagogía política efectiva, y el fondo filosófico de las banderas de la federación se conocía poco. Así, fueron paulatinamente sumándose focos de descontento entre las filas de los propios federales, junto a las conocidas de los últimos reductos conservadores.
En noviembre regresó al país Antonio Guzmán Blanco de Europa, con las bases de un empréstito, y muy pronto se desató una polémica pública sobre su conveniencia. Por otra parte, el 24 de diciembre de 1863 se instaló la Asamblea Nacional Constituyente con Antonio Guzmán Blanco como presidente. Él mismo propuso a la Asamblea que se le confiriera al general Falcón el título de Mariscal y el de Gran Ciudadano, cosa que algunos diputados con sindéresis objetaron, pero finalmente se impuso por mayoría. El 24 de enero de 1864 recibió la Presidencia Falcón de manos de la Asamblea, mientras esta continuaba con la redacción de la nueva Constitución Nacional.
La Constitución Nacional de 1864
La Constitución Nacional de 1864 fue sancionada por la Asamblea Nacional Constituyente el 28 de marzo de 1864, y promulgada por el Mariscal Falcón el 13 de abril del mismo año. Introduce cambios sustanciales en la República, empezando por la denominación, ya que al acogerse la forma federal del Estado, la República pasó a llamarse Estados Unidos de Venezuela, con base en que la Nación estaría jurídicamente instituida sobre una federación de estados con autonomía. Estos estados, antes provincias, serán Apure, Aragua, Barcelona, Barinas, Barquisimeto, Carabobo, Caracas, Cojedes, Coro, Cumaná, Guárico, Guayana, Maracaibo, Maturín, Mérida, Margarita, Portuguesa, Táchira, Trujillo y Yaracuy. Antes de la promulgación, la Asamblea Nacional Constituyente decretó la creación del Distrito Federal en febrero.
Esta carta magna se proponía acentuar la descentralización política y administrativa. Elimina la pena de muerte, amplía la libertad de prensa, mantiene el sistema electoral de la Constitución de 1858: cuatro años del período presidencial, sin reelección inmediata, mediante voto directo y secreto y establece la Alta Corte Federal, como órgano máximo del Poder Judicial. Para entonces, imposible pedir mayor espíritu democrático, sin duda.
En cuanto a la eliminación de la pena de muerte para todos los delitos, fue Venezuela el primer país en el mundo en eliminarla. Le siguieron San Marino, en 1865 y Costa Rica, en 1877. Este orgullo, por cierto, es muy poco conocido y para la historia será un honor que le corresponderá a la Constitución Nacional de 1864, bajo la inspiración del mariscal Juan Crisóstomo Falcón y del general Antonio Guzmán Blanco.
Las elecciones de 1865
El año de 1864 el Mariscal-presidente enfrentó nuevos focos insurreccionales, incluso defecciones. Salió en campaña, y continuó sin establecerse definitivamente en Caracas, con lo que los asuntos cotidianos del gobierno se entorpecían notablemente. Apenas regresó Guzmán Blanco de Europa, el 3 de noviembre, se encargó de nuevo de la Presidencia de los Estados Unidos de Venezuela, mientras el Presidente-mariscal navegaba hacia Coro. Un ejemplo más de algo que ya comenzaba a notarse como un extraño desinterés por las funciones de gobierno. Guzmán Blanco estuvo gobernando como Presidente Encargado varios meses, hasta que el 18 de marzo de 1865 el Congreso realizó los escrutinios de las elecciones y resultó electo el mariscal Juan Crisóstomo Falcón, a su vez fueron electos dos designados para suplir sus faltas: Antonio Guzmán Blanco y José Desiderio Trías. Una comisión viajó a Coro a participarle el resultado y vino a asumir la primera magistratura en Caracas el 7 de junio, casi tres meses después, en el Congreso Nacional presidido por Antonio Leocadio Guzmán, lo que vuelve a señalar el extraño desapego que experimentaba Falcón por la capital y el ejercicio administrativo del poder.
Presidencia constitucional de Juan Crisóstomo Falcón (1865-1868)
Al día siguiente de tomar posesión del cargo el mariscal Falcón se ausentó de la capital de nuevo. Esta vez se dirigía al estado de Maracaibo a sofocar la rebelión del general Venancio Pulgar, y dejaba encargado de la Presidencia de los Estados Unidos de Venezuela al general Guzmán Blanco. Regresó pronto, con éxito en la tarea que se trazó. Luego, el 3 de octubre de 1865 volvió a encargar de la Presidencia a Guzmán Blanco y se fue a Coro. Al frente de los asuntos del Estado estuvo el hijo de Antonio Leocadio Guzmán hasta el 2 de mayo de 1866, cuando reasume el mariscal Falcón. Siete meses de gobierno interino de su fiel seguidor, con gabinete propio, y autonomía absoluta para gobernar. De modo que durante estos meses no puede hablarse de un gobierno de Falcón, strictu sensu, sino de Guzmán Blanco, quien se empeñaba en poner orden en las cuentas públicas, hay que decirlo, sin mayor éxito, dadas las dificultades por las que atravesaba la República. Entre tanto, el mariscal Falcón sofocaba rebeliones, y apagaba los fuegos que se prendían con frecuencia por el tema de las anexiones de unos estados con otros. Me explico: dada la autonomía de estos estados, cuyos gobernadores cambiaron su denominación por Presidentes de Estado, con frecuencia se debatía enardecidamente por temas de límites entre unos y otros, o por la voluntad de unos de sumarse a otros estados, y la negativa de otros a que eso ocurriera. En avenir contrarios se iba buena parte del tiempo de Falcón para quien, además, era obvio que más le gustaba estar en campaña, que detrás de un escritorio girando instrucciones.
Al reencargarse de la Presidencia, el mariscal Falcón designó a Guzmán Blanco como Comandante en Jefe del Ejército. Pero estuvo poco allí, ya que la situación económica del país era de tal gravedad, que se hacía necesario enviarlo de nuevo a Europa con carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario. Se embarcó en la Guaira el 25 de mayo de 1866, y regresará a Caracas a comienzos de 1867.
La situación política nacional tendía a complicarse cada vez más. La gente tenía la sensación de que el mariscal Falcón no gobernaba, y la anarquía iba en ascenso. Una vez que las Cámaras Legislativas eligieron a los Designados, el mariscal Falcón partió a Coro el 25 de mayo, dejando encargado de la Presidencia al general Miguel Gil. Guzmán Blanco, ya de regreso, fue nombrado Comandante de Armas del Distrito Federal. Falcón se reencargó del Poder Ejecutivo el 4 de septiembre, y en esos días se reunía un grupo de liberales y conservadores en Caracas, grupo que buscaba deponer a Falcón. El general Luciano Mendoza, Pedro Ezequiel Rojas, Guillermo Tell Villegas, Martín Sanabria, Elías Rodríguez formaban parte de la conjura. Ya el 17 de septiembre el general Guzmán Blanco marcha hacia Guarenas para dialogar con Mendoza, pero muy pronto comprendió que los revolucionarios estaban decididos a tomar las armas. Pasaron días donde se sucedieron distintos movimientos, hasta que Mendoza se avino en octubre al entendimiento y recibió del magnánimo Falcón el olvido de su alzamiento. No obstante el desenlace, se hacía evidente que el descontento ya no era sólo de conservadores sino que incluía a liberales y gente de diversa procedencia. La causa del descontento era, sin duda, la flagrante ineficacia del gobierno.
Cambió gabinete el mariscal Falcón, tuvo la impresión de que regresaba la calma, y se fue a Coro el 7 de noviembre. En la prensa, mientras tanto, corría el rumor de que Falcón buscaría una modificación constitucional para reelegirse, emulando a José Tadeo Monagas, y desatendiendo la lección histórica que recibió el oriental, como consecuencia de sus pretensiones continuistas. De esto dialogaron el mariscal y Guzmán Blanco, mostrándose el segundo totalmente opuesto a la modificación constitucional con miras a la reelección. Del diálogo salió escaldado Guzmán Blanco y decidió irse al extranjero, separado del gobierno. Pero a los días lo reconvino Falcón, y Guzmán aceptó irse en condición de Enviado Extraordinario, ad honorem. En diciembre de 1867 zarpaba de La Guaira el fiel seguidor del mariscal, el general Guzmán Blanco.
Los alzamientos se activaron de nuevo en diciembre. El general Miguel Antonio Rojas se alzó en Villa de Cura, el general Gonzalo Cárdenas en Carabobo. El primero fue sumando hombres a su ejército, mientras el gobierno activaba sus tropas para combatirlos. El 8 de enero de 1868 el general Rojas encabeza un documento en el que los revolucionarios explican sus motivos. Falcón, por su parte, entrega la Presidencia al general Gil y se moviliza hacia Puerto Cabello, desde donde cree dominar mejor la situación bélica. Los revolucionarios de oriente instan al anciano general José Tadeo Monagas a pronunciarse, cosa que hace mediante un manifiesto el 25 de marzo, dejando al descubierto sus pretensiones. Falcón, lógicamente, se sumió en mayores angustias. Era evidente que tenía lugar una escalada de descontento en toda la geografía nacional. El 7 de abril Falcón modifica el gabinete, buscando integrarlo por algunas personalidades cercanas a la oposición, pero ya era tarde.
En medio de la crisis política, el mariscal Falcón pensó que si él se separaba del poder amainaban los embates, de modo que entregó la Presidencia al general Bruzual el 30 de abril y, en principio, se disponía a estar al frente del ejército para enfrentar la situación, pero de pronto resolvió irse a Coro el 4 de mayo y retirarse para siempre de la escena pública. Lo hizo con una proclama que, dado su contenido, revela que no entendía cabalmente lo que estaba ocurriendo, ya que creía que la revolución que estaba en marcha estaba dominada por las fuerzas del gobierno, y que su retirada servía para despejar el camino del entendimiento. Era al revés: las revoluciones dominaban cada vez más territorio, y el gobierno estaba cada vez más acorralado por las fuerzas enemigas.
En Antímano tuvieron lugar conversaciones entre el gobierno y un grupo importante de los revolucionarios, para que los primeros entregaran el poder con arreglo favorable a ambos grupos, pero el general Monagas lanzó una proclama el 20 de mayo, obviando los convenios asentados. Emprendió su marcha desde oriente y el 12 de junio llegó a Guatire. El general Bruzual, dentro del espíritu de las conversaciones de Antímano, le propuso a Monagas un avenimiento. El líder oriental aceptó conversar, cosa que ocurrió en la residencia de Sans Souci, pero los ánimos de los seguidores de Monagas apuntaban hacia una batalla, y no hacia un entendimiento. Finalmente, la refriega tuvo lugar entre el 21 de junio y el 25, en las inmediaciones de Chacaíto, hasta que el general Monagas entraba triunfante a Caracas con el pabellón azul.
José Tadeo Monagas y su revolución Azul (1868-1870)
Terminaba el gobierno de los federales, regresaba al poder el viejo Monagas, que había sido aventado del mismo en 1858, cuando el general Castro avanzó desde Valencia hacia Caracas, sellando el fin del nepotismo y el continuismo de los Monagas. Ahora ocurría un nuevo cambio de mano en una Venezuela que venía siendo azotada por el caudillismo, por la fascinación por el poder personal, y la dificultad severa para formar instituciones estables. Regresaba el autoritarismo de Monagas, que había demostrado ejercerlo en forma nepótica, buscando la perpetuación en el poder, y contribuyendo con sus afanes a que Venezuela siguiera sumiéndose en un caudillismo anárquico, que le impedía alcanzar una mínima paz para su desarrollo. Una vez más un ejército que seguía a un caudillo se imponía sobre otro que defendía al caudillo que ejercía la Presidencia de la República. Alzamiento tras alzamiento, batalla tras batalla, Venezuela seguía desangrándose en un pleito personalista, arropado con banderas de ideales intercambiables.
Conviene recordar que la llamada Revolución Azul se articula a partir de la intención que tuvo el mariscal Falcón de modificar la Constitución para reelegirse. Fue entonces cuando se unieron los conservadores y un amplio sector de los liberales, con el objeto de impedirlo, tomando el poder por las armas. Así fue como Monagas se puso al frente de una revolución que otros habían iniciado. Lo primero que hace al tomar el poder en la capital de la República es refrendar la Constitución vigente, la de 1864, y nombrar gabinete, del cual se escogería el Presidente provisional, recayendo esta responsabilidad en el doctor Guillermo Tell Villegas, nombrado para tal fin el 27 de junio de 1868. Obviamente, el doctor Villegas estaba a las órdenes de quien lo había designado, al igual que el ministro de Guerra y Marina, el general Domingo Monagas, hijo de José Gregorio, sobrino de José Tadeo. Como vemos, la dinastía de los Monagas volvía por sus fueros.
Las primeras acciones de Monagas señalan un camino de magnanimidad y olvido del pasado. Buscaba algo históricamente difícil: reunir a conservadores y liberales en un solo partido nacional, cosa que no fue posible, creándose muy pronto dos bandos: los seguidores de José Ruperto, y los de Domingo. La situación se complicó todavía más con el deterioro de la salud de José Tadeo Monagas, quien después de una campaña de pacificación en Valencia, contrajo una afección pulmonar que terminó por disminuirlo. Sumaba 84 años y una fortaleza física única en nuestra historia guerrera, pero el cuerpo no le daba para más. Murió el 18 de noviembre de 1868. Al día siguiente de su muerte comenzaron las diatribas entre los seguidores de los dos Monagas en línea de sucesión. Esto finalmente se resolvió en febrero de 1869, cuando el general Domingo Monagas declinó a favor de su primo hermano José Ruperto.
Imposible no anotar la paradoja según la cual toma el poder José Tadeo Monagas después de Falcón, y este se ve obligado a abandonar el poder por pretender lo mismo que condujo a Monagas a perderlo en 1858: la reforma constitucional con miras a hacerse reelegir indefinidamente. Para colmo de simetrías históricas: Monagas alcanza el poder y desarrolla la misma política magnánima que Falcón adelantó cuando llegó al mando. A veces la historia de Venezuela se asemeja a la desesperante experiencia del tiovivo.
Presidencia provisional de José Ruperto Monagas y delegación en el doctor Guillermo Tell Villegas.
Dos días después de haber sido Designado para la Presidencia de la República, el general José Ruperto Monagas salió en campaña militar y dejó encargado, otra vez, a Villegas. Regresó en marzo y asumió la Presidencia, y fue entonces cuando tuvo conocimiento de algo obvio: las finanzas de la República estaban en el suelo, y se imponía una reducción de gastos, urgente. Por otra parte, el intento de fundir en uno solo los dos partidos nacionales, impelidos por la deficiente administración de Falcón, no había cuajado, y lejos de lograrse, las diferencias entre ambos sectores eran cada vez mayores. Tanto que un sector de los liberales comenzó a reunirse en torno al general Guzmán Blanco, mientras otro lo adversaba ferozmente. Este era el clima en que se avanzaba hacia las elecciones: unos apoyaban la candidatura de José Ruperto Monagas, y otros la obstaculizaban.
En julio salió Monagas hacia Maracaibo a sofocar la rebelión de Venancio Pulgar, y de nuevo quedó encargado Villegas. En agosto partió hacia Curazao el general Guzmán Blanco, víctima de un saboteo que sus enemigos le prepararon cuando ofrecía una fiesta en su casa. A partir de entonces el liderazgo de Guzmán Blanco se perfiló más claramente para los liberales que buscaban regresar al poder. La campaña de Monagas en el Zulia tomó más tiempo en sus preparativos de lo que el general hubiera deseado, y no fue sino a finales de octubre cuando apresaron al insurrecto Venancio Pulgar.
El 26 de noviembre llegó a Caracas con una aureola de triunfo el hijo de José Tadeo Monagas. Sin embargo, la revolución liberal avanzaba con las acciones del general Matías Salazar y el general Pulido, mientras Guzmán Blanco continuaba en Curazao preparando su invasión. Como consecuencia de gestiones del gobierno venezolano ante el de Curazao, Guzmán Blanco y los suyos tuvieron que salir de la isla, y tomaron rumbo a Martinica, cuando ya era un hecho que desembarcarían pronto en Venezuela. El 14 de febrero de 1870 desembarca cerca de Curamichate, en el estado Coro. Un nuevo y sustancial factor se sumaba a los alzamientos que por todo el país enfrentaba el frágil gobierno del general José Ruperto Monagas.
La campaña militar del general Guzmán Blanco fue recogiendo adeptos por el camino, y cuando su ejército llegó a desafiar al gobierno en Caracas, contaba con un número superior que el de su enemigo. Las refriegas tuvieron lugar en distintos puntos de la capital entre el 25 y el 27 de abril de 1870, fecha esta última en la que Guzmán Blanco controló totalmente la situación, y el general Monagas firmó la rendición del gobierno. Sobrevivió diez años a estos hechos, pero retirado totalmente de la vida pública. Comenzaba entonces el dilatado período del general Antonio Guzmán Blanco, y del regreso de la fuerza liberal al poder.
Como vemos, el regreso del federalismo, que incluso se consagró constitucionalmente, no pudo sostenerse, en buena medida por la ineficacia gubernamental de Falcón, pero también por las apetencias de los caudillos regionales que vieron una oportunidad para ampliar sus dominios. Una verdadera lástima para el proyecto democrático nacional, ya que el avance que significó la elección directa de Presidentes de estados, la autonomía tributaria a través del cobro de regalías mineras, entre otros pasos que descentralizaban el poder, muy pronto la población no le va a ver resultados favorables y, lamentablemente, era imposible que no le cargaran la cuenta al intento federal.