El período que abarca la Guerra Federal, también llamada “Guerra Larga” o “Guerra de los cinco años”, se inicia con los primeros alzamientos en contra del gobierno de Julián Castro en febrero de 1858, y culmina con la firma del Tratado de Coche en abril de 1863. Después de la Guerra de Independencia ha sido la más costosa que ha padecido el país. Se calculan en cerca de 200 mil los muertos y, según Manuel Landaeta Rosales, tuvieron lugar 367 batallas y 2.467 enfrentamientos guerrilleros. El saldo para Venezuela, naturalmente, fue devastación y pobreza. Sigamos el vértigo de los hechos.
Presidencia de Julián Castro (1858-1859)
Una vez admitida por el Congreso Nacional la renuncia del general José Tadeo Monagas a la Presidencia de la República, el 15 de marzo, se procedió de inmediato a nombrar un gobierno provisorio integrado por Pedro Gual, Manuel M. Quintero y Manuel María Echeandía, pero dos días después entró victorioso a Caracas el general Castro, con lo que la provisionalidad del gobierno hizo honor a su denominación. El Congreso Nacional declaró a Julián Castro en titularidad del Poder Ejecutivo y este procedió a nombrar un gabinete, integrado por mayoría de conservadores, así como la nómina completa de los gobernadores de estados, de acuerdo con la constitución vigente.
Es conveniente señalar que Castro llegaba al poder después de que fuerzas conservadoras y liberales se pusieron de acuerdo para despojar de la Presidencia de la República a Monagas, y que ambas fuerzas buscaban un equilibrio de poderes, cosa que el propio Castro no estaba cumpliendo, al integrar un gabinete de mayoría conservadora. Así como esta, incurrió en otras contradicciones que, muy pronto, fueron aclarándole a los avezados de qué madera estaba hecho el general. Por una parte aceptó el Protocolo Urrutia, que permitía que Monagas se fuera del país prácticamente sin acusaciones mayores, y por la otra firmaba un decreto que buscaba investigar fiscalmente a muchos funcionarios de los gobiernos de los Monagas.
La fuerza del partido conservador comenzó a imponerse en el gabinete y produjo una decisión en Castro que fue la chispa que faltaba para el comienzo de la guerra. El 7 de junio de 1858, Castro ordena la expulsión de Venezuela de Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, Antonio Leocadio Guzmán y otros personajes del Partido Liberal. Como vemos, no le dejaba a esta fuerza otro camino que la guerra. A la misma vez que estos hechos ocurrían, el gobierno convocaba una Convención Nacional en Valencia, que tendría el encargo de redactar una nueva Constitución.
Los diputados a esta convención fueron electos, por primera vez en nuestra historia, de manera directa, y resultó escogida una mayoría conservadora. La convención instalada el 5 de julio de 1858 la presidió Fermín Toro, y estaba integrada por 137 diputados. El 9 de julio la convención eligió al general Julián Castro como Jefe Provisorio de la República con 92 votos a su favor, y se designó un Consejo de Estado integrado por Manuel Felipe de Tovar, Pedro José Rojas, Miguel Herrera, Juan de Dios Ponte y Jesús María Guevara. Finalmente, la convención designa una comisión para redactar el proyecto de texto constitucional que le será sometido a su consideración.
La Constitución Nacional de 1858
El 24 de diciembre de 1858 la Convención Nacional de Valencia sanciona el texto constitucional y el Jefe Provisional del Estado, el general Castro, la promulga el 31 del mismo mes. Fue un paso importante en el camino democrático de Venezuela, ya que instituyó el voto directo, aunque no universal, tanto para Presidente de la República y Vicepresidente, como para los diputados, mientras mantuvo el sistema indirecto para los senadores. El período presidencial regresó a ser como el de la Constitución Nacional de 1830: cuatro años sin reelección inmediata. Además, escarmentados por el nepotismo de los Monagas, el constituyente prohíbe la elección de parientes hasta por segundo grado de afinidad y cuatro de civil en elecciones presidenciales sucesivas. Fijan el período del Vicepresidente en dos años, y designan a Caracas como la capital de la República, condición que temporalmente se había trasladado a Valencia, mientras ocurría el trabajo de la Convención. Esta Constitución profundizaba el sano principio de la Separación de los Poderes, otorgándole mayor autonomía a cada uno, especialmente en el origen de sus elecciones.
«Los celos de Castro por su antiguo jefe comenzaron a surgir, alimentados por la insidia de algunos de sus seguidores.»
La Convención de Valencia designó de manera interina, el 6 de enero de 1859, hasta tanto se realizaran la selecciones pautadas, a Julián Castro como Presidente de la República, Manuel Felipe de Tovar como Vicepresidente, y a Pedro Gual como Designado (segundo Vicepresidente). El mismo día era recibido por la Convención el general Páez, ya de regreso al país, con un aplauso dilatado. Los honores que se le prodigaron se extendieron hacia distintas sedes institucionales de la ciudad. Los celos de Castro por su antiguo jefe comenzaron a surgir, alimentados por la insidia de algunos de sus seguidores.
El primer alzamiento
El 20 de febrero de 1859 el comandante Tirso Salaverría tomó el cuartel de Coro al frente de un contingente de hombres que abrazaban la bandera liberal, y se hizo del parque que albergaba el cuartel. Al día siguiente entregaron una proclama que culminaba exclamando: “¡Viva el movimiento federalista de Coro! ¡Viva la Federación de todas las provincias de la República! Viva el General Juan C. Falcón, primer jefe del movimiento federalista nacional!” Los alzados tomaron dos goletas en la Vela de Coro y se dirigieron a Curazao, en ella regresaron Ezequiel Zamora y otros liberales. El 22 de febrero ya Zamora estaba al frente del Ejército Federal de Occidente. De inmediato se le sumaron muchos hombres en rebeldía frente al gobierno de Castro, y el 25 se lanzó la Proclama del “Gobierno Provisional del Estado Independiente de Coro”. Entre tanto, a Falcón en la isla de Saint Thomas lo tomó por sorpresa el adelanto de Salaverría y los pasos de Zamora, y navegó hasta Curazao, buscando estar más cerca de los acontecimientos. La guerra había comenzado.
Castro, por su parte, adelantó cambios en su gabinete ejecutivo buscando atraer al gobierno a figuras del Partido Liberal, de manera de atemperar las hostilidades que se avecinaban. Este gabinete exhortó a Castro a regresar al espíritu de marzo de 1858, el espíritu de convivencia pacífica que no se había logrado, pero, la verdad, era tarde para soluciones pacíficas. Los adversarios del gobierno estaban en pie de guerra. Desde Trinidad, los liberales se preparaban para alzar el oriente del país, y en el centro se adelantaba el mismo proceso. Ezequiel Zamora, por su parte, salía el 29 de marzo de 1859, desde Coro, en campaña guerrera hacia el resto del país. El daño ya estaba hecho: Castro prometió compartir el poder entre Liberales y Conservadores, y muy pronto expulsó del país a los Liberales y estos, naturalmente, le declararon la guerra. Una vez más, la practica de no compartir el poder entre adversarios trae como consecuencia la violencia. Nada nuevo. Se repetirá infinidad de veces en Venezuela durante el siglo XX y el XXI.
«Con todos estos torpes movimientos, el general Castro logró ganarse a los conservadores de enemigos, y no se trajo para sí a los liberales que estaban alzados. Su situación ahora era más comprometida que antes. «
A todas luces, Castro buscaba congraciarse con el Partido Liberal con miras a mantener en sus manos el poder, pero los liberales que nombró en el gobierno no eran los mismos que estaban en guerra, y estos últimos continuaron con el enfrentamiento. Con la amnistía que dictó, alcanzó sin proponérselo a facilitarles las cosas a los propios liberales que conspiraban en su contra. Con todos estos torpes movimientos, el general Castro logró ganarse a los conservadores de enemigos, y no se trajo para sí a los liberales que estaban alzados. Su situación ahora era más comprometida que antes. Por su parte, Páez que estaba al frente de Guerra y Marina decide irse del país, ya advertido de la animadversión de Castro y de sus intenciones. Se embarca hacia Nueva York el 7 de julio de 1859. Los meses que había permanecido en Venezuela, llamado por la Convención Nacional de Valencia, habían sido gratificantes y complejos a la vez para el general llanero. Por otro lado, mientras Falcón estudiaba el momento de abandonar Curazao y unirse a la gesta federal, Zamora avanzaba por todo el occidente del país. Unas veces venciendo y otras perdiendo batallas de dimensiones menores, llegó hasta ocupar zonas de los Andes, desde sus cuarteles de Barinas y Guanare. Finalmente, Falcón desembarcó en Palma Sola, donde le dirigió una proclama al país el 24 de julio de 1859.
Golpe de Estado contra Castro
Castro, buscando encabezar la gesta de los liberales, convocó a una Junta de Notables a su casa de habitación y les planteó la situación del país. De la reunión se corrió el rumor, bien fundamentado, de que el gobierno asumiría el programa Federal y Revolucionario. Dada la conducta errática y voluble de Castro, era posible pensar que era capaz de adelantar semejante cambio, cosa que activó un golpe de Estado en su contra. El 1 de agosto de 1859, Castro es hecho preso por órdenes del comandante Manuel Vicente de las Casas. La soberanía condujo a que se llamara al Designado (segundo Vicepresidente) Pedro Gual, a dialogar con Castro, preso, en la Casa de Gobierno, ya que Tovar se encontraba ausente. La prisión de Castro por traición se alegó que hacía innecesaria su renuncia, ya que no ejercía la autoridad, con lo que ésta encarnaba en la figura del doctor Gual. Sin embargo, Gual insistió en la necesidad de la renuncia de Castro, que no quería firmarla porque lo indignaba. A todas estas, la intercesión del general Soublette surtió efecto y Castro redactó y firmó su renuncia, enviándosela al Congreso Nacional. La discusión se trasladó al Poder Legislativo, mientras en las calles de Caracas se escenificaba un combate entre las fuerzas en pugna. El 2 de agosto de 1859 el Designado Pedro Gual asumía interinamente la Presidencia de la República. Castro es juzgado por el delito de traición entre abril y julio de 1860 y, finalmente es desterrado en este mismo mes. Pasará una década antes de que aparezca de nuevo en escena.
Pedro Gual gobierna entre el 2 de agosto y el 29 de septiembre de 1859, día en que Manuel Felipe de Tovar, Vicepresidente de la República, asume la Presidencia. Estos dos meses de Gual son de grandes convulsiones para el país. Tanto Zamora como Falcón van librando batallas y la nación vive en el mayor caos, al punto tal que el Vicepresidente Tovar no pudo asumir su cargo por hallarse escondido en la Guaira, y luego llega a Caracas, vía Puerto Cabello y Valencia, sorteando infinidad de dificultades. El país estaba en guerra, y ardía por los cuatro costados. No me detengo en la relación de los hechos de la Guerra Federal, ya tratados en otros trabajos de mi autoría. Me concentro en los temas que animan este ensayo.
Las primeras elecciones directas de nuestra historia.
De acuerdo con la Constitución Nacional vigente, la promulgada en 1858, se convocaron a elecciones en abril de 1860, y resultó vencedor Manuel Felipe de Tovar con 35.010 votos, para el período constitucional de 1860-1864, sin reelección inmediata, además fue electo Vicepresidente Pedro Gual con 26.269 votos, por un período de dos años. El 10 de abril el Congreso practicó el escrutinio, el 11 escogió al Designado, el general León de Febres Cordero, y el 12 juramentó a Tovar y a Gual, en el templo de San Francisco, delante del Cuerpo Diplomático. Por primera vez los venezolanos elegían directamente a sus gobernantes, y lo hacían en medio de una guerra cruenta, que había cobrado ya miles de vidas, y que tenía al país postrado en la miseria y la desolación.
Presidencia de la República de Manuel Felipe de Tovar (1860-1861)
Tovar envió una señal favorable indultando a los prisioneros liberales y, de inmediato, abordó el tema económico nacional. Logró un préstamo para paliar la situación deficitaria del Poder Ejecutivo, estableció un impuesto sobre la renta, de manera de mejorar las arcas de un Estado prácticamente en quiebra, permitió las importaciones de los productos agrícolas que habían mermado o desaparecido a causa de la guerra, fijó el sueldo de los empleados públicos. Sin embargo, estas medidas económicas no contribuyeron con la paz de la República, no porque no fueran las correctas, sino porque los demonios del poder estaban sueltos, y comenzaron a fraguarse diferencias entre los conservadores: unos seguían al civilismo de Tovar, y otros veían hacia el general Páez como el militar indicado para enfrentar la crisis. En julio de 1860 el barco hizo aguas y el gabinete le renunció a Tovar.
«La paz, por otra parte, estaba lejos de alcanzarse por esta vía y, si bien es cierto que el Ejército Federal no alcanzaba la entidad de meses atrás, la guerra de guerrillas, con focos diseminados por casi todo el país, era un factor de perturbación…»
Tovar continuó en medio de la Guerra Federal, suscribiendo ahora una política represiva recomendada por la línea dura de los conservadores. La paz, por otra parte, estaba lejos de alcanzarse por esta vía y, si bien es cierto que el Ejército Federal no alcanzaba la entidad de meses atrás, la guerra de guerrillas, con focos diseminados por casi todo el país, era un factor de perturbación crítico para el desenvolvimiento normal de la República.
En los meses finales de 1860 en la prensa comenzaron a publicarse artículos que clamaban por el regreso de Páez, a quien muchos veían como la posible solución a la crisis que planteaba el desafío de la guerra. Páez, por su parte, respondía desde el exterior poniendo en duda que con la Constitución vigente se pudiera hacer frente a la situación. Le abría paso a la instauración de una dictadura que, obviamente, era imposible que la desempeñaran los civiles Tovar y Gual, sin ningún ascendente sobre el ejército. Esto, como vemos, presagiaba que Páez se tenía a sí mismo como el indicado para llevar adelante el trabajo dictatorial. Mientras tanto, entre finales de 1860 y principios de 1861 el general Falcón seguía en las antillas buscando pertrechos para su ejército, a la par que los soldados federales en Venezuela se sumían en la desesperación.
Tovar le hizo saber a Páez que necesitaba de su colaboración para enfrentar la crisis y que volviera al país. Finalmente, Páez llegó el 14 de marzo de 1861. El 3 de abril nombró Tovar a Páez como Jefe del Ejército, gracias a la renuncia del general Febres Cordero. El 3 de mayo el general llanero, por intermedio del Secretario General del Jefe del Ejército, Ángel Quintero, lanzó una proclama en la que se excedía en sus atribuciones, creando un recelo natural en el seno del gobierno. El Ministro de Guerra y Marina, Febres Cordero, y Páez, intercambiaron misivas ventilando los pormenores de sus diferencias, hasta que el 8 de mayo de 1861 renunció el Jefe del Ejército, siéndole aceptada la dimisión por Tovar el 10. Este reorganizó su gabinete el 14, pero la crisis seguía su curso. Los militaristas de mano dura, que clamaban por Páez, no abandonaban su empeño. Tovar renuncia el 20 de mayo de 1861, ante el hecho insólito de la connivencia entre tropas del gobierno y algunas de los ejércitos federales. Tovar se fue a su casa, no huyó del país, contaba con el respeto de muchos. Meses después se fue a Paris, en donde vivió varios años hasta que lo alcanzó la muerte.
De inmediato salió Páez a los valles de Aragua a pregonar su política de “Paz y Unión”, que la acogieron algunos jefes federalistas, pero que muy pronto fue desoída por otros seguidores de la causa federal. Por su parte, el doctor Quintero desde Interior y Justicia apretaba el puño contra los federalistas, buscando que el conflicto se avivara y no prosperara la paz, al menos esto se desprende de sus acciones. Por otra parte, el general Falcón había regresado al país, procedente de Aruba, y el 8 de julio de 1861, entrega una proclama que aviva a las fuerzas federales revolucionarias. La propuesta de paz de Páez, recibía serias amenazas.
El presidente Gual intenta apaciguar las aguas, pero no lo logra. El país estaba fracturado en tres: los constitucionalistas que seguían a Gual, que era el factor menos influyente en un conflicto armado; los federalistas que buscaban el poder por las armas y seguían al general Falcón; y los que impulsaban al general Páez para hacer algo de lo que él mismo estaba convencido: la necesidad de su dictadura para enfrentar la guerra y la crisis política. Finalmente, el coronel José Echezuría hizo preso al presidente Gual en su casa, el 29 de agosto de 1861, de acuerdo con lo pautado con el mayor instigador de la causa dictatorial: Pedro José Rojas.
Dictadura del general José Antonio Páez (1861-1863)
Después del golpe de Estado ejecutado por el coronel Echezuría al hacer preso a Gual, Páez recibe las primeras manifestaciones de adhesión en Valencia, y continúa recibiéndolas en camino hacia Caracas. En su residencia de la capital, La Viñeta, también recibe el respaldo de sus seguidores. El 10 de septiembre expide una alocución al país, en la que asume la dictadura. La Constitución vigente ordenaba que ante la renuncia del Presidente (Tovar), asumía el Vicepresidente (Gual), y ante la renuncia de este, asumía el Designado (Quintero). Pues bien, Tovar renunció y asumió Gual, Quintero se ausentó del país, y Gual estaba preso. Si Páez hubiese querido mantenerse dentro de lo pautado por la Constitución, pues simplemente dejaba libre a Gual y le devolvía el mando, pero ocurre que quien hizo preso a Gual, el coronel Echezuría, respondía a las órdenes de Páez. Esta breve explicación deja en evidencia que Páez optó por obviar la Constitución vigente y asumir el mando al margen de ella, por eso se califica a este período de dictadura. Al final de la alocución antes señalada, emite un decreto donde se declara “Jefe supremo civil y militar” de la República.
En septiembre de 1862 el general Guzmán Blanco es designado por Falcón como jefe de los ejércitos del centro y entrega una proclama en Guatire. El nerviosismo en Caracas iba en ascenso ante la cercanía del ejército de Guzmán Blanco, mientras la facción conservadora constitucionalista no perdía oportunidad de adversar a la dictadura. Mientras Guzmán Blanco rodeaba a Caracas y se acercaba a ella, se abrían dos posibilidades: una batalla en la inmediaciones de la ciudad, lo que sería catastrófico o, lo que Guzmán Blanco había planteado repetidas veces: un avenimiento. Finalmente, la dictadura convino en conversar y se buscó un lugar neutral, cercano a Caracas: la hacienda Coche, de la familia Madriz. La conversación tendría lugar el 23 de abril de 1863.
El Tratado de Coche:
Pedro José Rojas y Antonio Guzmán Blanco negocian la paz (1863).
Una vez convenidas las partes fundamentales del Tratado, Rojas y su comitiva se trasladaron a Caracas y se reunieron con Páez y sus consejeros. Todos estuvieron de acuerdo con lo pautado en el Tratado, y Rojas y su comitiva regresaron a la hacienda de Coche al día siguiente. Las acciones bélicas cesaron en abril, después de lo acordado en el Tratado, aunque la noticia llegó después a algunas lejanas provincias, y en alguna hubo un intento infructuoso de desconocer lo convenido.
De acuerdo con lo pautado, se convocó la Asamblea Nacional en la ciudad de La Victoria el 15 de junio de 1863, integrada por número exacto de federales y conservadores. Ese mismo día se recibió la carta de renuncia del general Páez y la Asamblea la aceptó. De inmediato pasó a designar como Presidente Provisional de la Federación Venezolana al general Juan Crisóstomo Falcón “mientras que reunida la Asamblea Constituyente que él ha de convocar, se organice definitivamente el país.” Allí se nombra a Antonio Guzmán Blanco Vicepresidente.
Concluía la Guerra Federal con un tratado negociado por un civil (Rojas) y otro que conocía el mundo civil y militar (Guzmán Blanco), no con una batalla que la decidiera, la victoria estaba en manos de los Federales. Se abría el período de mando del general Falcón, que precedió a la larga influencia de Guzmán Blanco en el país. Concluía la extendida etapa de influencia en la vida nacional de José Antonio Páez, y ya se anunciaba la estrella ascendente del otro caudillo determinante del siglo XIX: Antonio Guzmán Blanco, el primero que no había integrado las filas del Ejército Libertador.
«La coyuntura de la guerra llevó al general Páez a asumir la dictadura y el texto constitucional quedó ensombrecido en medio de la refriega, mientras el civil Tovar se iba al exilio. «
Como vemos, puede decirse que en medio de la Guerra Federal naufragó la primera Constitución Nacional que consagró el voto directo. Evidentemente, fue un avance democrático importante, alcanzado por el partido Conservador que redactó la carta magna en la Convención de Valencia de 1858. La coyuntura de la guerra llevó al general Páez a asumir la dictadura y el texto constitucional quedó ensombrecido en medio de la refriega, mientras el civil Tovar se iba al exilio. No obstante, es imposible obviar que esta Constitución de 1858 estableció el voto directo: un paso democrático importante, y que el primer venezolano electo mediante este avance fue un civil: Manuel Felipe de Tovar.