Las democracias, están perdiendo visiblemente calidad y sufriendo ataques desde dentro. Los tiempos actuales traen nuevos conflictos y amenazas para esta forma de gobierno y de vida. Se presentan demandas sin precedentes, democracias aparentes en los regímenes mixtos y falta de confianza en este sistema. Analistas políticos como Nancy Bermeo ya lo habían advertido en 2016, el mundo se encuentra en medio de un fenómeno conocido como “Democratic Backsliding”[1], (Retroceso democrático) un contexto en el que el declive gradual de la calidad democrática de los Estados consolida paulatinamente la llegada de regímenes autocráticos.

En vez de ocurrir en un solo y determinante momento, como un golpe de Estado que rompe con el esquema de gobierno anterior, o la consolidación de un fraude electoral donde la voluntad de quien elige es traicionada, la democracia hoy en día está retrocediendo de forma gradual. Es la sucesión de eventos y no el hito desestabilizante los que, como piezas de un rompecabezas, completan la imagen de una realidad donde los derechos individuales, la capacidad de incidir sobre las decisiones del gobierno y la confianza en las instituciones, parecen recuerdo del pasado.

Fuente: The Economist Democracy Index (2020)[2]

Las entidades que conforman y dan robustez a un sistema democrático, como la asamblea, los partidos políticos o hasta quienes ocupan cargos de poder, que una vez eran vistas como el principal sustento de una estructura orientada a servir a los ciudadanos, quienes a su vez libremente decidían sobre como querían vivir, parecen no responder con suficiente rapidez a las necesidades del mundo actual. La falta de respuestas tangibles y, con ello, la acumulación de demandas, hace que las personas dejen de confiar en que el sistema de gobierno planteado, sea el mejor para dar respuesta a sus necesidades.

Este es un hecho que se replica en todas las fronteras. En España, según el CIS [3],el 67,5 % de los jóvenes entre 18 y 24 años no siente simpatía por ninguno de los partidos políticos vigentes, y el 36,8 % considera que ningún partido es cercano a sus ideas. La cifra más alta en todas las franjas de edad. También, en Colombia, según el Barómetro de las Américas[4], los jóvenes no acuden a las urnas porque no confían en las instituciones democráticas (seis de cada 10) y porque consideran que a los gobernantes no les interesan sus opiniones ni necesidades (siete de cada 10), y en Venezuela, un país marcado por el conflicto político, la encuesta ENJUVE 2021, revela que el 78% de los jóvenes esta insatisfecho con el funcionamiento de la democracia en el país, y el 27.5% opina que da lo mismo vivir en una democracia o una dictadura[5].

Concretamente, según un estudio de la Universidad de Cambridge[6], el 55% de los jóvenes a nivel mundial, ya no creen en la democracia como el mejor sistema de gobierno. De esta desconcertante afirmación surgen varias interrogantes, ¿Cuáles han sido las causas y consecuencias de esta tendencia?, ¿Hay algún aspecto de la democracia que resulte urgente fortalecer? Y más importante, ¿Hacia dónde nos conduce este retroceso en las libertades?

¿Por qué los jóvenes ya no creen en la democracia?

Si se busca describir el mundo actual en una sola palabra, esta podría ser inmediatez. La tecnología intercede multidimensionalmente en todos nuestros procesos y la democracia no es ajena a estos nuevos estándares de vida. Se busca que sus intermediarios sean pragmáticos, eficaces y transparentes, que mediante su labor inspiren confianza. Sin embargo, esta máxima se ha dejado de lado, ya sea por la falta de adaptación de las instituciones que sostienen el funcionamiento democrático a las nuevas maneras de operar, o por un intento de aferrarse a convenientes tradiciones.

Esto ha provocado que la población más joven busque respuesta a sus necesidades desde otros enfoques, como participar en protestas o liderar movimientos que saltan la afiliación con un ente político, y conectan expresamente con una causa particular. Para muestra de ello, se puede mirar hacia las acciones emprendidas por Malala Yousafzai, en pro de los derechos educativos de las mujeres bajo el régimen talibán, o Greta Thunberg, en su activismo centrado en los riesgos planteados por el calentamiento global.

Los partidos políticos y quienes los representan no ofrecen una opción que inspire confianza y esperanza para el futuro, así lo refleja una encuesta aplicada a 7.201 jóvenes europeos,  donde el 44% sostuvo que dentro de su contexto político nacional y de cara a los próximos comicios[7], no anhelan a ningún partido o candidato como ganador.

Este sentimiento tiene su principal raíz en la situación económica actual. La desigualdad no solo se manifiesta dentro de los distintos grupos que conforman una sociedad, sino también al comparar generaciones. Los millennials constituyen un cuarto de la población, pero sólo poseen el 3% de la riqueza, cuando los baby boomers tenían el 21% a la misma edad[8]. Esta brecha da lugar a una baja satisfacción con sus modos de vida y, a su vez, la búsqueda infructífera de soluciones en los sistemas vigentes deviene en una acumulación de frustraciones, fácilmente capitalizables por quienes saben reconocerlas y explotarlas.

Otra experiencia que explica el desapego hacia este sistema de gobierno, radica en que las experiencias de opresión resultan muy distantes para muchos de los jóvenes que están entrando a la vida adulta. La ola de democratización ocurrida en los años 90 auguró calma en algunos contextos, y tiñó a la democracia de aparente permanencia e inmutabilidad, dándola entonces por sentada. Esta visión donde se considera impensable un retroceso, da lugar a que se confíe en soluciones inmediatas, en un intento de resolver, problemas complejos que se han venido gestando desde hace décadas.

En vez de democracia, ¿qué?

La búsqueda de respuestas perceptibles, concretas y efectivas en un sistema de gobierno que no llega a proveerlas con la rapidez o contundencia suficiente, el aumento de las desigualdades intergeneracionales y un considerable distanciamiento con situaciones autoritarias, producen consecuencias en la arena política.

Durante los últimos años han surgido personas en todos los contextos que han capitalizado estos sentimientos a su favor. Una contraparte con respecto a “los de siempre” que esta vez sí va a escuchar y proponer una solución veloz y ajustada a los problemas actuales, a través de planes tan simples que resulta inadmisible que no se hayan aplicado anteriormente, la promesa de un cambio radical a la forma en la que se conduce el país, sin importar que se tenga que ignorar, transformar o simplemente apartar del camino para ello.

Así está ocurriendo, por ejemplo, con el presidente de El Salvador Nayib Bukele, quien, desde llegar al poder sin una afiliación específica, al pertenecer a una alianza de último minuto creada solo para participar en los comicios presidenciales[9], hasta irrumpir ante el Congreso acompañado de efectivos militares para forzar la aprobación de un presupuesto para financiar su plan contra las pandillas[10], se ha mostrado como un político que al buscar atacar los principales problemas del país centroamericano, ha arremetido sistemáticamente contra el Estado de derecho, la democracia y las libertades civiles. 

El surgimiento de opciones populistas y antisistema representan uno de los principales signos de retroceso democrático. Se favorece a quienes “verdaderamente” pueden generar un cambio, mientras que los demás pierden credibilidad. Esto produce un aumento en la polarización y, su llegada al poder, un desmoronamiento de los principales controles y contrapesos indispensables para contener y evitar el surgimiento de un régimen autoritario. La política ahora se convierte en un juego suma cero, donde se apoya al personaje o se está completamente en su contra, sin posibilidad de negociación o acuerdos.

La oportunidad de renacer

Según The Economist Democracy Index[11], existen en la actualidad más regímenes híbridos y autoritarios que democracias plenas en el mundo. Atajar el origen de este problema es necesario para la supervivencia de la democracia y, con las tendencias que se están gestando en la generación más joven y la que definirá el futuro, si no se emprenden acciones en este sentido, se augura que este retroceso continuará avanzando sigilosamente.

Dado el compromiso que muchos tienen con buscar un cambio y manifestarse masivamente en contra de las injusticias que les afectan[12], parece ser que no se trata de un rechazo a los valores democráticos, sino la primera muestra de la necesidad de renovación en la manera en la que se hace política, y como esta logra dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Lograr mayor eficacia, sin que esto signifique suprimir controles y contrapesos.

Asimismo, si no es rechazo a los principios democráticos la causa del desencanto en los jóvenes, es necesario apostar por ellos y darles cabida y protagonismo dentro de los procesos políticos y así ayudar en su renovación, en aras de que finalmente se creen nuevos referentes, que busquen con planteamientos novedosos, darle respuesta a los problemas más urgentes en la actualidad.

Por ejemplo, para abordar el cambio climático, una de las cuestiones que  más va a afectar a los jóvenes, demanda un profundo compromiso por parte de los ciudadanos y de los políticos a nivel mundial. La democracia es el sistema capaz de lograr convertir esto en una realidad a través de una participación que no solo se limite a elecciones, sino a conformar un mecanismo eficiente para proponer, desde la ciudadanía, soluciones a los retos que la aqueja. Una especie de democracia deliberativa a través de nuevas instituciones, donde la conversación busque complementar el modelo representativo de gobierno.

Parte de la solución debe ser tomar el auge del populismo como oportunidad para abordar los verdaderos problemas de fondo, como la desigualdad, la falta de oportunidades y los fallos en la representación de la población ante las instituciones. Paradójicamente, el desafío populista podría ser la fuerza que propine un cambio en los partidos y los líderes tradicionales, quienes al buscar revertir esta tendencia y al hallar nuevas formas de proponer, actuar y acercarse a lo que pide el ciudadano, pueden impulsar su renacimiento, en vez de una destrucción gradual.

El mundo está cambiando y el sistema democrático debe transitar el mismo camino, reinventarse y tomar las adversidades como oportunidades para su resurgimiento. Quizás estemos cerca de una nueva ola de autocratización, producto de un sistema que ha dejado de responder eficazmente y con cambios tangibles, a los inputs más urgentes de la sociedad. Es necesario actuar antes que sea demasiado tarde, volver a demostrar que la democracia es el mejor sistema para afrontar los problemas del futuro y esto debe ocurrir de la mano de los jóvenes, a través de mecanismos que les permitan participar, incidir y renovar su entorno.


[1] Bermeo, N. (2016). On Democratic Backsliding. Recuperado de: https://sites.unimi.it/carbone/wp-content/uploads/2018/04/Democratic-backsliding-Bermeo-JOD-2016.pdf

[2] The Economist. (2020). Democracy Index. Recuperado de: https://pages.eiu.com/rs/753-RIQ-438/images/democracy-index-2020.pdf?mkt_tok=NzUzLVJJUS00MzgAAAF8CZNvK5Rqj4RDitXGcJBatgWjjJ6ukFUVR6l_ltuSBHMshdCIaoPS0K75a0ZFDdy6H6qXT7CLk1EcQAAvb7FqzxpU_I5rUobBIXqEWdwfxi0bng

[3] Centro de Investigaciones Sociológicas. (2019). BARÓMETRO DE ENERO 2019. Recuperado de: http://www.cis.es/cis/opencm/EN/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=14442

[4] Ministerio del Interior. (2017). MinInterior y Universidad de los Andes presentan las cifras de comportamientos de los jóvenes frente a la política. Recuperado de: http://www.mininterior.gov.co/sala-de-prensa/noticias/mininterior-y-universidad-de-los-andes-presentan-las-cifras-de-comportamientos-de-los-jovenes-frente-la-politica

[5] Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales UCAB. (2021). Encuesta Nacional sobre Juventud 2021. Recuperado de:  https://elucabista.com/wp-content/uploads/2021/10/Presentacion-ENJUVE-II-26-10-2021-DEFINITIVA.pdf

[6] Benett Institute for Public Policy – Cambridge. (2020). Youth and Satisfaction with Democracy. Recuperado de: https://www.cam.ac.uk/system/files/youth_and_satisfaction_with_democracy.pdf

[7] Benett Institute for Public Policy – Cambridge. (2020). Youth and Satisfaction with Democracy. Recuperado de: https://www.cam.ac.uk/system/files/youth_and_satisfaction_with_democracy.pdf

[8] Benett Institute for Public Policy – Cambridge. (2020). Youth and Satisfaction with Democracy. Recuperado de: https://www.cam.ac.uk/system/files/youth_and_satisfaction_with_democracy.pdf

[9] BBC Mundo. (5 de febrero 2019). Elecciones en El Salvador: cómo Nayib Bukele pudo derrotar «sin ideología ni un partido fuerte» a las principales fuerzas políticas del país. BBC Mundo. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47125262

[10] Menedez, C. (16 de diciembre 2020). Nayib Bukele irrumpe con militares armados en el Congreso salvadoreño. EuroNews. Recuperado de: https://es.euronews.com/2020/02/10/nayib-bukele-irrumpe-con-militares-armados-en-el-congreso-salvadoreno

[11] The Economist. (2020). Democracy Index. Recuperado de: https://pages.eiu.com/rs/753-RIQ-438/images/democracy-index-2020.pdf?mkt_tok=NzUzLVJJUS00MzgAAAF8CZNvK5Rqj4RDitXGcJBatgWjjJ6ukFUVR6l_ltuSBHMshdCIaoPS0K75a0ZFDdy6H6qXT7CLk1EcQAAvb7FqzxpU_I5rUobBIXqEWdwfxi0bng

[12] Finn, I., Zuasnabar, I. (2017). ¿Qué sienten los jóvenes latinoamericanos sobre la política?. Recuperado de: https://www.kas.de/documents/252038/253252/7_dokument_dok_pdf_48533_4.pdf/2a5640f8-b808-110c-6921-28b2de7f249c?version=1.0&t=1539649302453

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