En nuestro país todos hablan de democracia, pero acaso entendemos el concepto de la misma forma, sobre todo hoy en día donde se habla de autoritarismos competitivos que dan la apariencia de democracia porque realizan elecciones de dudosa legitimidad.

Hacer repetitivas elecciones no es suficiente para ser caracterizadas como democráticas, es necesario que sean realmente competitivas, con un organismo electoral independientes, que los partidos políticos y los candidatos tengan absoluta libertad de expresión, reunión, fiscalización del proceso, uso de los medios de comunicación y movimiento para ofertar su propuesta a los ciudadanos sin estar en minusvalía con los candidatos del partido de gobierno, el hecho de permitir que la oposición tenga acceso al proceso electoral no significa que hablamos de democracia.

«Hacer repetitivas elecciones no es suficiente para ser caracterizadas como democráticas, es necesario que sean realmente competitivas».

Lo que muchos entienden es que es el gobierno del pueblo, más qué significa esto para el común de la gente, la democracia no puede ser ejercida directamente por el pueblo porque en la modernidad no es factible, entonces aparece otro concepto, representación; un aspecto de la democracia es la necesidad de elegir a las personas que representen los intereses de los ciudadanos, así agregamos una característica que amplía el concepto, es decir la democracia representativa. La democracia es mucho más amplia que elecciones y representación.

Hagamos algunas consideraciones generales. Debemos entender la democracia como un sistema político donde todas las partes interactúan en igualdad de condiciones (Linz y Stepan 1996) y también que exista un equilibrio entre todos los actores del sistema que hacen vida en la sociedad; estos factores que permiten el desarrollo democrático son:

  • la sociedad civil,
  • la sociedad política,
  • la sociedad económica,
  • el Estado, y
  • la burocracia estatal

Por sociedad civil debe entenderse a la comunidad organizada, que puede estar constituida por asociaciones de vecinos, intelectuales, profesionales, sindicatos, grupos religiosos, entre otros, que se organizan de acuerdo con sus valores para solidariamente defender y satisfacer sus intereses particulares. Vale destacar que:

Con <<sociedad civil>> nos referimos a aquella arena de la comunidad política en que grupos, movimientos e individuos autoorganizados y relativamente autónomos intentan articular valores, crear asociaciones y solidaridades y satisfacer sus intereses. La sociedad civil puede incluir diversos movimientos sociales (por ejemplo, grupos de mujeres, asociaciones vecinales, agrupaciones religiosas y organizaciones intelectuales) y asociaciones pertenecientes a todos los estratos sociales (sindicatos, grupos empresariales y asociaciones profesionales (Linz y Stepan, 1996: 33)

Una robusta sociedad civil, que establezca las redes de solidaridad y resolución de conflictos, en la que los particulares se asocian para atender situaciones que los vinculan, es decir, donde los ciudadanos se organizan para la defensa de sus intereses tanto frente al Estado como de cara a la sociedad política, es fundamental para el desarrollo y consolidación de la democracia, porque su existencia le dará fortaleza al sistema político, impidiendo que alguno de estos factores olvide dar respuesta a necesidades específicas.

Por su parte, la sociedad política está conformada por los actores que compiten, dentro de las normas democráticas, para ejercer el poder público y del aparato del Estado. En este grupo se encuentra todo lo referente a los partidos políticos, las elecciones y sus leyes, las alianzas entre los partidos, los congresantes; su existencia permite la alternabilidad democrática, dándoles opciones a los ciudadanos para elegir a sus gobernantes, representantes, y exigiendo de ellos el desempeño eficiente de sus funciones, así como la satisfacción de sus demandas. Tanto la sociedad civil como la política se complementan en el juego democrático, y depende de ésta el sentido democrático de la sociedad, ya que es en el liderazgo político donde recae la mayor responsabilidad de la vida democrática, como bien lo señala Alain Touraine:

…la democracia no es una forma de existencia de la sociedad en su totalidad, sino verdaderamente de la sociedad política y, al mismo tiempo, que el carácter democrático de la sociedad política depende de las relaciones de ésta con la sociedad civil y con el Estado… (Touraine, 1995: 68-69)

Por otro lado, la existencia de una sociedad económica fuerte es una de las condiciones favorables (Dahl, 1999) para que la democracia prospere. La economía debe estar en manos privadas, aunque el Estado regule su actividad. Es necesario que exista una próspera actividad económica que conjuntamente con los negociadores del Estado, logre un equilibrio entre los intereses privados de mercado y los intereses sociales de la nación, para que coexista la mediación entre sociedad y mercado, entendiendo que a éste no le preocupa el desarrollo social y que es el Estado el responsable del bienestar colectivo.

«En todo caso, es evidente que sin una economía de mercado no puede existir la sociedad económica fuerte …»

La existencia de una economía de mercado es un aspecto polémico e interesante en la realidad actual. Robert Dahl (1999) considera que la economía de mercado bien entendida favorece el desarrollo de una mayor parte de la población. La propiedad privada permite la creación de empresas, grandes o pequeñas, que generan una mayor cantidad de bienes y servicios para la población, garantizando así la existencia de trabajos, pago de impuestos, granjas productivas, una actividad lucrativa para todos los ciudadanos, quienes evidentemente se organizarán para defender sus derechos de una mejor forma de vida, fortaleciendo así las instituciones democráticas y exigiendo a sus representantes la defensa de sus intereses. De esta forma se crea la sociedad económica necesaria para la consolidación de la democracia.

El planteamiento base es que es muy difícil la existencia de una sana democracia cuando el Estado es el principal agente de la actividad económica, porque a través de ella puede ejercer su poder limitando los derechos de los ciudadanos, amén que las libertades económicas son uno de los fundamentos de la democracia liberal.

En todo caso, es evidente que sin una economía de mercado no puede existir la sociedad económica fuerte a la que hace referencia Robert Dahl, porque la economía en manos del Estado total o parcialmente, limita su desarrollo, los casos de países prósperos desde el punto de vista económico como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, España, Italia, Alemania, Japón y otros así lo demuestra.

Pero, la existencia de esta sociedad económica en ningún momento significa el debilitamiento del Estado; por el contrario, se requiere de un Estado fuerte que pueda regular los intereses privados en función de los colectivos, garantizando así un equilibrio entre los distintos actores de la sociedad y la igualdad de oportunidades para todos. Vale destacar las palabras de John Rawls (1993), conocido filósofo liberal, quien en relación con los principios de la justicia señala:

La interpretación liberal de los dos principios intenta, pues, mitigar la influencia de las contingencias sociales y de la fortuna natural sobre las porciones distribuidas. Para analizar este fin es necesario imponer condiciones estructurales adicionales al sistema social. Los arreglos del libre mercado deben tener lugar dentro del marco de instituciones políticas y jurídicas que regulen las tendencias generales de los sucesos económicos y preserven las condiciones sociales necesarias para la justa igualdad de oportunidades. Los elementos de este marco son suficientemente familiares, aunque quizás valiera la pena recordar la importancia que tiene la previsión de las acumulaciones excesivas de propiedades y riqueza y el mantener la igualdad de oportunidades educativas para todos. Las probabilidades de adquirir conocimientos y técnicas culturales no deberían depender de la posición de clase; así mismo, el sistema escolar sea público o privado, debería ser diseñado para destruir las barreras de clase. (Rawls, 1993: 95)

En este orden de ideas, es al Estado al que le corresponde mantener el equilibrio para que exista justicia y esto no puede lograrse si éste es débil. Es necesario destacar que el vínculo entre economía de mercado y democracia (Dahl, 1999) crea una potencial contradicción, ya que es ésta la que permite el desarrollo y la expansión del individuo garantizando que las empresas estén en manos privadas, pero al mismo tiempo crea desigualdades en la distribución de los recursos económicos, lo que conlleva necesariamente a la desigualdad política, limitando un sano desarrollo de la democracia. Así es menester señalar que:

…En ningún país democrático existe una economía de mercado (ni con toda probabilidad seguirá existiendo durante mucho tiempo) sin extensa regulación e intervención estatal dirigida a disminuir sus efectos perjudiciales (Dahl, 1999: 199)

Por encima de todo, la existencia de un Estado en todo el territorio nacional que haga respetar el imperio de la ley es fundamental para la democracia; es decir, que todos los miembros de la sociedad, los políticos, el gobierno, el aparato Estatal y, por supuesto, los ciudadanos cumplan la ley, que haya un estado de derecho ante el cual todos sean responsables, para lo que es indispensable la separación y autonomía de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sin ésta condición no es posible que el Estado cumpla con los ciudadanos, para que cada poder sea controlado por otro igual en fuerza y autonomía, es freno y contrapeso de uno sobre el otro, impidiendo así la autocracia.

La condición fundamental de la división de poderes del Estado es preservar la libertad de las personas, impidiendo que un poder se convierta en absoluto y desvirtúe las funciones y obligaciones, no es posible la igualdad ante la ley sin autonomía de los poderes.

El estado de derecho es fundamental para la existencia de la democracia, sin él se enfrentarán graves problemas de funcionamiento, porque es el que permite la igualdad y la equidad ante la ley de todos los ciudadanos. De ello depende la normalización de las relaciones entre los individuos que forman parte de la sociedad y, el premio o castigo, si las normas son infringidas.  Así se disponen los derechos y deberes que todos deben cumplir, obteniendo igualdad ante la ley, característica fundamental de la democracia. De esta forma se impide que algunas personas tengan impunidad ante la ley, lo que traería como consecuencia, en el largo o mediano plazo, una pérdida de confianza en el sistema.

Pero, además, el estado de derecho es el medio que regulará también las actuaciones del Estado y por el que se le exigirá a los gobernantes la rendición de cuentas “accountability”, y la transparencia de sus actuaciones para evitar que su poder, se imponga sobre los ciudadanos limitándoles sus derechos políticos, o que los funcionarios puedan malversar los fondos públicos que no les pertenecen, haciendo ineficientes la ejecución de obras públicas. A los efectos de la democracia, la existencia del estado de derecho y el cumplimiento de la ley, garantizarán su existencia; la impunidad ante la ley frena el desarrollo de una saludable democracia porque crea un frágil estado de derecho.

Es importante destacar que la institucionalización política es fundamental para el funcionamiento del sistema. No importa cuán compleja sea la organización, deben existir diferencias entre las fuerzas sociales que intervienen y la institución que representan; es necesario que exista equilibrio, un balance entre los poderes, y autonomía entre los distintos poderes, pues esto es lo que permite el desarrollo de sólidas instituciones. En este orden de ideas:

…la autonomía implica las relaciones entre las fuerzas sociales por una parte, y las organizaciones políticas por la otra. La institucionalización política, en el sentido de la autonomía, significa el desarrollo de organizaciones y procedimientos políticos que no sean simples expresiones de los intereses de determinados grupos sociales (Huntington, 1970: 29)

Por esta vía se logra la coherencia dentro de la organización que dará señales claras de diferenciación entre las conductas, permitiendo así que los individuos internalicen las normas de funcionamiento, que impiden a fuerzas externas atentar contra el sistema.

El último aspecto, pero no menos importante, es la existencia de una burocracia estatal de carrera, como la estructuración ordenada de medios y fines, respetuosa de  los procedimientos del gobierno, siendo ella la forma de resolver las necesidades administrativas de la sociedad; ésta debe ser eficiente y eficaz, capaz de ordenar, regular, cobrar impuestos, hacer obras públicas, donde esté claramente delimitada la jerarquía, las reglas de funcionamiento, que respeten los recursos de que disponen y que sea una burocracia profesional; es decir, deben ser trabajadores que sirvan a los diferentes gobiernos democráticos. Independientemente de las corporaciones políticas o económicas, deben ser funcionarios al servicio del Estado y no de una particularidad política, de esta forma se garantiza el funcionamiento del Estado y de las actuaciones de los ciudadanos en su intercambio administrativo frente a éste.

La existencia de la burocracia estatal profesional dará garantía de cumplimiento de las políticas públicas de los distintos gobiernos y facilitará que se resuelvan  las demandas de los ciudadanos ante la administración, sin otra compensación que el cumplimiento de sus funciones; esta situación impedirá la politización de la burocracia y en consecuencia del Estado, garantizando, más allá de los distintos gobiernos, que éste funcione para los ciudadanos.

La existencia de todos los factores antes mencionados equilibra el juego democrático independientemente de la alternabilidad propia del sistema, permitiendo que la democracia se desarrolle y consolide, en el entendido que:

…Es democracia un sistema político para gobernar basado en la libertad legal para formular y proclamar alternativas políticas en una sociedad con las libertades de asociación, de expresión y otras básicas de la persona que hagan posible una competencia libre y no violenta entre líderes, con una revalidación periódica del derecho para gobernar, con la inclusión de todos los miembros de la comunidad política, cualquiera que fuesen sus preferencias políticas, siempre que se expresen pacíficamente (Linz, 1998: 226) (Las negrillas son de la autora).

Es menester mencionar que también según Linz  y Stepan (1996), existen otros aspectos importantes, que deben estar presentes para calificar a una democracia, y que se refieren fundamentalmente a  la forma de resolución de los conflictos dentro de la sociedad, a la manera colectiva de enfrentar los problemas o deficiencias dentro del sistema democrático,  y en este sentido se refiere a tres factores de carácter conductual, que los define como: comportamientos, actitudes y constitucionales, los que deben estar integrados en los discursos que conforman los compromisos de valor dentro de la sociedad, que se convierten en símbolos socialmente obligatorios de sus conductas y que trascienden los intereses partidistas, económicos o personales y que obviamente reposan sobre los individuos no sobre las instituciones.

«Esto supone que ningún liderazgo podrá justificar un atentado contra el sistema democrático, a pesar de los problemas económicos que pueda estar viviendo una sociedad, o las ineficiencias del sistema».

En relación con los comportamientos de todos los ciudadanos, se supone que ningún actor nacional hará nada en contra del régimen democrático para intentar instaurar un régimen no democrático; que todas las personas se apegan a las normas del sistema y no conspiran tratando de  imponer otro modelo. Ello supone que el valor de la democracia está interiorizado en todos sus miembros y que no existe otra forma de comportarse. Además que, ante una irrupción no democrática, las acciones deben estar dirigidas a rechazar categóricamente y sin ambages, cualquier atentado contra el sistema.

Por su parte las actitudes favorables o de apoyo al régimen democrático son independientes de los problemas económicos o las críticas frente a los gobernantes; es decir, que los ciudadanos sepan diferenciar y reconocer las ventajas de la democracia, independientemente de las deficiencias que en un momento dado puedan tener uno o varios gobiernos, y que la mayoría de la población esté siempre a favor de solucionar dichas deficiencias dentro de la institucionalidad democrática, logrando así la perfectibilidad de la democracia. Esto supone que ningún liderazgo podrá justificar un atentado contra el sistema democrático, a pesar de los problemas económicos que pueda estar viviendo una sociedad, o las ineficiencias del sistema. Por encima de una situación coyuntural, las actitudes deberían ser de apoyo a la democracia.

Otro factor de relevante importancia se refiere a las constitucionales,  es decir, cuando todas las fuerzas que actúan en la sociedad, sean gubernamentales o no, resuelven sus conflictos respetando la Constitución y dentro del marco que establecen las leyes; independientemente de la magnitud del conflicto, todos los actores tendrán como punto referencial el apego a la norma constitucional y que ésta sea la guía de las conductas de todos en la sociedad democrática. Los conflictos que puedan presentarse en la sociedad sólo se resolverán con apoyo a las normas constitucionales.

Es fundamental para el desarrollo de la democracia que todos los miembros de la sociedad y sobre todo el liderazgo, hayan interiorizado estos aspectos; es decir, deben estar persuadidos de que la solución de los conflictos, contradicciones, divergencias, etc., entre sus miembros, solamente pueden ser resueltos de acuerdo con las normas de convivencia democrática, sin que ninguno de ellos piense siquiera en tomar el poder por asalto para lograr cambiar la situación. Por el contrario, es primordial que se respete el uso de la negociación, la tolerancia, esperar a que el juego electoral permita cambiar las condiciones, ofreciendo posibilidades de solución a los problemas dentro de la alternabilidad democrática. Estos tres elementos fortalecen el sistema político.

Resumiendo, tenemos a unos actores fundamentales que son la sociedad civil, la política, la económica, el Estado y la burocracia estatal, para que exista democracia, y cuyas conductas deben estar enmarcadas de acuerdo con los comportamientos, actitudes y constitucionales, formas descritas para la resolución de los conflictos, aspectos estos que se refieren a los individuos que viven en el sistema democrático.

Luego de los aspectos antes analizados, referentes a las características de la democracia, vale la pregunta, cuando escuchamos de democracia comprendemos sobre la misma base conceptual o simplemente nos referimos a tener elecciones y representación, pero adicionalmente hay otro concepto que agregar, alternabilidad, porque no se puede hablar de sistema democrático si se plantea la elección indefinida de presidentes, qienes se transformarían en dictadores inevitablemente, negándole a los ciudadanos el cambio y la renovación en el sistema político.

Vale destacar con respecto a la alternabilidad que solamente se puede dar en condiciones donde el ejercicio del poder esté limitado temporalmente y constitucionalmente por períodos específicos y sin posibilidad de reelección, lo que le da al ciudadano la posibilidad no sólo de votar sino de elegir entre diferentes opciones, garantizando la transformación dentro del sistema e impidiendo la formación de grupos excluyentes o facciones que gobiernen para sus afiliados, excluyendo al resto de la población que no haya votado por ellos.

El tema de la democracia es muy complejo y está unido a la existencia misma de continuidad en el tiempo del sistema, el ser demócrata no de decreta, no es a partir de tal día y hora que las personas se convierten en demócratas, tiene estrecha relación en el ejercicio, prolongado en el tiempo, de la cultura cívica que hará precisamente los comportamientos y actitudes antes mencionados, aquellos que preservarán el sistema democrático frente a cualquier amenaza del mismo, comienza en la escuela y continúa durante toda la vida en la participación cívica de ciudadanía.

«Si analizamos nuestra historia tenemos un Siglo XIX, donde no hubo democracia, más de la mitad del Siglo XX hablamos de gobiernos militares y es apenas a partir de 1958 que comenzó el período de gobiernos civiles…»

Si analizamos nuestra historia tenemos un Siglo XIX, donde no hubo democracia, más de la mitad del Siglo XX hablamos de gobiernos militares y es apenas a partir de 1958 que comenzó el período de gobiernos civiles en el ejercicio alternativo del poder bajo la Constitución de 1961, nuestros años vividos de democracia son pocos en relación a la historia general del país; vale preguntarse en los primeros cuarenta años internalizamos los valores democráticos, acaso no fue la solución mesiánica de un “líder” de origen militar que interrumpió el proceso de desarrollo y crecimiento democrático de la población.

Sin embargo podemos afirmar, de acuerdo a las encuestas de opinión pública, que más del 70% de la población tiene como valor la democracia, el punto está en la valoración cualitativa de la misma. Se debe llevar a cabo un intenso proceso de socialización política para trabajar dicha valoración, lo que es responsabilidad de las élites políticas.

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