Según Karl Popper (filósofo y profesor austríaco) la verdad nunca se encuentra totalmente descubierta, sino que sólo podemos acercarnos a ella mediante el debate y el diálogo. Él asegura que todo lo que se afirma, a pesar de estar sustentado con pruebas, es una conjetura, concibiendo la imposibilidad de que existan verdades absolutas en el pensamiento y las creencias humanas. Sin embargo, propone un acercamiento a la verdad, mediante la contraposición de teorías, en un debate abierto que cuente con ciertas condiciones básicas indispensables, basadas en la libertad, la equidad, el respeto y la tolerancia.
La libre discusión es el centro de la teoría de Popper plasmada en la obra “La sociedad abierta y sus enemigos”, allí, además de hacer una crítica a pensadores “colectivistas” como Platón, Hegel y Marx, plantea los peligros de los autoritarismos y totalitarismos; ya que, como inmigrante que huyó del Holocausto, presenció de primera mano las consecuencias de estas creencias, las cuales sumergieron a sociedades enteras en el letargo e intercambiaron la crítica y el libre pensamiento por la obediencia ciega a un líder. Cabe destacar que este tipo de regímenes tienen la particularidad de despojarse de cualquier responsabilidad, bajo la premisa de que sus acciones son justificadas en defensa de un concepto o una idea, no es la primera vez que graves daños se han hecho en nombre de “la humanidad”, “la democracia” o “la nación” ignorando la dignidad humana y, sobre todo, no asumiendo responsabilidad alguna ante ello.
Ante un sistema cada vez más injusto e intolerante, Popper propone estimular el encuentro, la discusión y la crítica con el fin de crear una sociedad donde cada quien pueda ser tomado en cuenta, poniendo como prioridad su dignidad inherente y proveyendo un espacio para que pueda expresarse y ser escuchado, con el fin de acercarse a la verdad; sin caer, claro está, en tolerar opiniones intolerables.
Un ejemplo claro acerca de esta problemática se ve en la posición que toman distintos actores e incluso los ciudadanos de un país con respecto a la figura del migrante, si se toma en cuenta el aumento exponencial de los flujos migratorios – en especial de las migraciones forzadas de las últimas décadas- se percibe que la manera en la que se ha estado manejando esta situación evoca a la idea de Popper de evadir la responsabilidad ante las injusticias y el sufrimiento ajeno, viéndose como cada vez más sociedades y Gobiernos se encuentran reacios ante la idea de recibir inmigrantes en su territorio, alegando problemas de diversa índole como pretexto. Lo cierto es que no hay país que pueda escapar de esta realidad, ya sea como lugar de origen, tránsito o destino, tanto así que el Centro de Derechos Humanos de la ONU – en Ruiz de Santiago (s/f) – afirma que:
Desde que existe trabajo remunerado hombres y mujeres han abandonado su país de origen para buscar trabajo en otros sitios. La diferencia radica en el hecho de que el día de hoy existen muchísimos trabajadores migrantes que nunca antes en la historia de la humanidad. Millones de personas que ganan su vida –o buscan un empleo remunerado– en el Estado en el cual residen actualmente se encuentran en ese país como extranjeros. Y no existe continente o región del mundo que no tenga su parte de trabajadores inmigrantes. (p. 109)
Muchas personas – distintas entre sí – se ven afectadas por este fenómeno, sin embargo, los más vulnerables son los migrantes indocumentados, los refugiados que escapan del conflicto en sus lugares de origen y las víctimas de la trata de personas. Las motivaciones más comunes que impulsan a un individuo a emigrar se encuentran ligadas en primera instancia en la búsqueda de una mejor calidad de vida, o quizá, puede tratarse –como ya se ha dicho– de situaciones de guerra, de persecuciones contra individuos causadas por ideas políticas, por motivos de raza, religión o nacionalidad (es el caso de los refugiados), pero también los movimientos poblacionales pueden deberse a razones económicas imperiosas (migrantes económicos), o simplemente a desastres naturales. (Ruiz de Santiago, s/f, p. 110)
En tiempos pasados era difícil salir de las fronteras de un país, aunque sencillo entrar a otro, en la actualidad las cosas se han invertido, mientras la capacidad de dejar un país es cada vez más sencilla, los Estados se encargan de crear barreras de entrada para que sea complicado el acceso a su territorio – en aras de combatir y mitigar la entrada ilegal de personas–. La migración, forma parte importante del Derecho Internacional, de hecho, según el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su país” (Ruiz de Santiago, s/f, p. 111).
De manera que, la migración está respaldada por el derecho de circulación y residencia, por consiguiente, los Estados deberían establecer una política migratoria lo suficientemente justa y en concordancia con los compromisos que los Estados miembros de las Naciones Unidas tienen con los migrantes y refugiados. Según ACNUR (2016), estos se resumen en tres pilares fundamentales: garantizar la seguridad y dignidad de los grandes movimientos o desplazamientos migratorios, la responsabilidad compartida en relación a los refugiados y asegurar una migración segura, ordenada y regular.
La globalización y con ello el aumento de la migración, representa un reto para los Estados en la actualidad en temas políticos, económicos, demográficos, culturales, ambientales, entre otros. El fenómeno migratorio es cada vez más diverso lo que se traduce en una demanda de democratización en el derecho de circulación. Y es que, por lo general, los Estados perciben a los migrantes como una amenaza a su orden interno, por lo que las políticas migratorias que se suelen aplicar son estrictas y cerradas, sin embargo, guardan para sí la posibilidad de atraer migrantes por razones demográficas o para satisfacer las necesidades de la fuerza laboral.
Ya habiendo establecido que ningún país o nación escapa del fenómeno de la migración sería posible, entonces, afirmar que el mundo está lleno de sociedades plurales y multiculturales, diferenciadas internamente por cuestiones religiosas, étnicas, lingüísticas o de género. La percepción de un “otro” muy distinto a mi genera rechazo o aprehensión que puede devenir en xenofobia, es por esto que la tolerancia es un valor que juega un papel importante dentro de las sociedades modernas, sin tolerancia no hay sociedades abiertas, donde las personas convivan en armonía a pesar de sus diferencias, y sin entendimiento no se puede lograr un verdadero progreso, en términos de Popper. (Gil, 2016)
Mucho del rechazo al “otro” proviene de que este resulta desconocido o simplemente de conocer solamente una imagen distorsionada de él. Esto sucede frecuentemente con los inmigrantes, los cuales se ven víctimas de prejuicios y discriminación. Según López, (2004) “El miedo está presente en cada acto, en cada acontecimiento, y los hace [a la población] preferir seguir a un líder y a la explicación mítica que le dé orden al caos, y les permita explicar lo todavía desconocido” (p.4). Se trata de ampararse en generalizaciones y estereotipos que pretenden encubrir la complicada situación de los migrantes alrededor del mundo, con explicaciones que buscan representar al “otro” como un ser completamente ajeno y peligroso, impidiendo cualquier intento de adaptación y obviando su condición humana por algo tan incontrolable como su procedencia.
Por ello, la integración sumada a la tolerancia son dos factores que deben ser tomados en cuenta y promovidos dentro de las políticas de inmigración pues, son la única manera de permear las tensiones que surgen en los nacionales con respecto a la figura de los inmigrantes tal y como muestra Brecht en Adell (1994), al explicar que la integración es la herramienta a través de la cual se evita, neutraliza o minimiza la marginación de los inmigrantes.
Si bien el Estado debe ser el principal impulsor de estas prácticas, muchos agentes toman parte en este proceso con el fin de acabar con las barreras que les impiden a los inmigrantes – verdaderamente – integrarse en esa nueva sociedad de la que aspiran llegar a formar parte. La intención de esta ‘integración’ no es anular o eliminar su cultura y que se conviertan en parte de una sociedad completamente homogénea, dirá Adell (1994) que:
No se trata de imponer una forma cultural tardía y uniformada, sino de posibilitar que los venidos de áreas raciales y culturales distintas hablen su propia lengua. No uniformidad, sí diálogo y unidad basada en el respeto a la diversidad y en la convicción de que, la diferencia enriquece. No integración impuesta, sino aceptación de la alteridad y pluralismo étnico y cultural. (p. 121)
Por tanto, retomando el pensamiento de Popper, se establece que una Sociedad Abierta, en la práctica, se basa en respetar y promover la libertad de las personas, poniendo su dignidad como la principal de las prioridades, lo cual impulsa a dejar de eludir el deber hacia los migrantes; es el germen de una sociedad tolerante, respetuosa y que le da la bienvenida al otro -a pesar de sus diferencias-, asegurando esto a través de la generación de espacios de entendimiento y mediante el estímulo del pensamiento crítico de la población y el intercambio de ideas.
Sir Popper, en el establecimiento de una Sociedad Abierta, vio el futuro de la democracia liberal y de una sociedad tolerante, responsable y sobre todo crítica de sus acciones y las de su Gobierno. Con ello busca el despertar de la ciudadanía, la salida a su letargo y la toma de decisiones frente a las injusticias, propiciando un rol activo y comprometido de las personas. Al relacionar esto con los grandes movimientos migratorios, perfilándose como uno de los mayores fenómenos de la actualidad, se puede afirmar que la promoción de una Sociedad Abierta, en los términos de Popper, podría ser la respuesta ante la crisis migratoria. Mediante el contraste de opiniones, el debate y sobre todo, el entendimiento y la tolerancia, se puede llegar a romper los paradigmas creados alrededor de esta coyuntura y descubrir que no somos tan diferentes los unos de los otros.
Una Sociedad Abierta puede ser la respuesta tanto a la integración de migrantes en las sociedades como a cultivar la tolerancia por parte de la sociedad receptora. Al retomar el planteamiento central de Popper de que no existen verdades absolutas e irrefutables, se hace necesario profundizar el diálogo y el entendimiento como procesos claves en las sociedades modernas, las cuales se encuentran, de manera ineludible, cada vez más entrelazadas con otras culturas. Es preciso, además, un cambio de paradigma: dejar de ver a los migrantes como una amenaza y empezar a percibirlos como un valor agregado que puede ayudar impulsar el desarrollo de esa sociedad. Debemos comprender que la diversidad suma y no resta, si se sabe aprovechar las ventajas que esta trae consigo; aceptar e integrar a los inmigrantes es una acción necesaria en un mundo cambiante e interconectado, solamente abriendo fronteras y sociedades se logrará crear un panorama tolerante, justo, que evolucione a la par de las nuevas necesidades y se responsabilice por poner la dignidad y la libertad como valores fundamentales e imprescindibles.
Referencias
ACNUR (2016). Reunión Plenaria de Alto Nivel: 19 de septiembre de 2016 Por qué es importante para los refugiados y los Estados de acogida. Respuestas a las preguntas frecuentes. Recuperado de: https://www.acnur.org/5b58bed14.pdf
Adell, C. (1994). La integración social de los inmigrantes y las organizaciones no gubernamentales (ONGS). Papeles de geografía, (20), pp. 119-132. Recuperado de: https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/2551/1/105502.pdf
De Wenden, C. (s/f). International Migrations a global issue. López, J. (2004). Reflexiones Contemporáneas a la Luz del Pensamiento de Karl Popper. Revista Estudios Políticos, (N°1) pp. 51-73. Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/pdf/ep/n1/0185-1616-ep-01-51.pdf
Gil, C. (2016). Sociedades abiertas, sociedades plurales. Recuperado de: https://www.lavozdeasturias.es/noticia/opinion/2016/06/15/sociedades-abiertas-sociedades-plurales/00031466017443058335755.htm
Ruiz de Santiago, J. (s/f). Derecho de migrantes y derecho internacional. Recuperado de: http://www.corteidh.or.cr/tablas/r26332.pdf